Lecciones para unas elecciones
Secretario de relaciones internacionales de UCD
La primera y obvia: los sondeos han fracasado estrepitosamente. Hace unos días, en Le Monde, Pierre Viansson-Ponté escribía: sobre el tema en tonos críticos y reticentes, subrayando tanto la irresponsabilidad de sus promotores como el hecho evidente: no hay más sondeo válido que el de las propias elecciones.Y éstas con todas las matizaciones que se quiera aportar, han significado un rechazo del programa común de la izquierda. El pueblo francés, de cuyas tradiciones democráticas nadie puede dudar, ha vuelto a optar por un determinado modelo de sociedad. Aquel sólidamente anclado en las libertades fundamentales, en la economía libre del mercado, en el pluralismo parlamentario.
Los resultados electorales arrojan ganancias netas para las formaciones centristas. socialistas y comunistas. El sentido de la consulta es bien claro sin embargo: la mayoría actualmente en el poder queda sólidamente reforzada y, en su seno, son las formaciones reformistas incluidas en la UDF las que consolidan su posición. Difícilmente podría olvidarse ese dato en el contexto de las preocupaciones preelectorales. La voluntad popular francesa, que ciertamente no quiere aventuras utópicas, tampoco se compadece con la morosidad gubernamental de los últimos años. Es un voto por el cambio evolutivo en la libertad.
Otra meditación merece la extraña compañía del programa común, sus indecisiones, sus constantes enfrentamientos y la constatación de que, tras su fracaso. está la actitud de, un Partido Comunista que, anhelando todo el poder, hace todo lo posible para no alcanzarlo. ¿Conveniencias moscovitas? ¿Tácticas circunstanciales? ¿Preferencias por poderes fácticos y rechazo del desgaste del poder? Y en esa historia, ¿qué se hará del Partido Socialista, de su apuesta por la utopía marxista de la misma alianza de las fuerzas de izquierda, de Mitterrand?
Para la mayoría, para Giscard, para todas .las formaciones democráticas que hoy en Europa se alegran de esta victoria, el tono debe ser de satisfacción reflexiva. Fueron grandes las incertidumbres y con justicia es amplio el contento. Pero la lectura del respaldo popular no puede ni debe hacer olvidar los factores de insatisfacción ni los elementos que abonan las reformas. Estas elecciones han sido tanto una derrota de la izquierda como una llamada de atención a las formaciones de la mayoría en el centro y en la derecha.
Por lo demás, bueno sería traer a colación lo arriesgado de algunas predicciones hechas en estas mismas páginas. Luis Yáñez pronosticaba el 12 de marzo: « La izquierda va a ganar». Y afirmaba: « El acceso al poder de la iewuierda en el país vecino abrirá el camino a la vía democrática al socialismo en un país industrializado, con lo que el poder expansivo de su ejemplo en Europa, especialmente en la Europa mediterránea, creará expectativas optimistas para las fuerzas progresistas, haciendo creíbles las alternativas de izquierda entre otros en nuestro país. » ¿Habría que concluir que, con la áerrota de la izquierba en Francia, la credibilidad de las alternativas de izquierda queda definitivamente cerrada, también para nuestro país?
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