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Desaparece la amenaza de huelga en el metal madrileño

El sector del metal de Madrid, que ha venido protagonizando en las últimas semanas la actualidad laboral, no se convertirá como se temía en la chispa que desencadene una primavera caliente en las relaciones industriales. El acuerdo logrado ayer, en última instancia, entre la patronal y las centrales, ha cambiado radicalmente una situación calificada de muy grave por todos los observadores.

El marco del acuerdo, propuesto por el presidente de las deliberaciones una semana después de haberse roto oficialmente éstas, y tras intensas gestiones arbitrales, incluso del propio titular de Trabajo, Rafael Calvo Ortega, supone un incremento lineal de 5.500 pesetas y la elevación de las dietas al doble de su valor actual. La alternativa contiene también la creación de una comisión para asuntos de seguridad social y de otra comisión mixta paritaria (patronal-centrales) que dilucide los problemas interpretativos que puedan presentarse en la aplicación concreta de los acuerdos. Las empresas se comprometen, por otra parte, a facilitar una copia de la solicitud de expediente de crisis a sus trabajadores en caso de llevarla a cabo.En los temas puramente sindicales, uno de los puntos que se habían constituido más irreconciliables en las negociaciones, se reconocen a los trabajadores una serie de derechos sobre utilización del tablón de anuncios, reparto de prensa y propaganda sindical y utilización en determinados supuestos de los locales del comité de empresa para reuniones.

Estos puntos, que evitan el laudo y alejan la posibilidad de una huelga generalizada e indefinida, han sido aceptados por CCOO, UGT, USO SU y delegados de asamblea. La Confederación de Sindicatos Unitarios de Trabajadores (CSUT), que también formaba parte de la comisión negociadora de los trabajadores, no aceptó sin embargo tales acuerdos que califica de «laudo impuesto por el Gobierno y firmado por las centrales», afirmando que están muy lejos de las reivindicaciones económicas (27.000 pesetas para el peón), de participación y control, y sindicales, que se habían mantenido conjuntamente hasta ahora. La CSUT, en un comunicado, afirma que seguirá luchando por tales reivindicaciones y que mediante asambleas pondrá a los trabajadores al corriente de la situación.

Para hoy está prevista la redacción del convenio, en base a los puntos citados, y muy probablemente el lunes pueda firmarse definitivamente el nuevo texto que sustituirá -lo que da idea de la gravedad del conflicto- al vigente de 1973, prorrogado por laudo hasta ahora.

El planteamiento primitivo de este convenio, que afectaba de forma directa a más de 200.000 trabajadores de las pequeñas y medianas empresas, y de forma indirecta a otros varios cientos de miles correspondientes a las empresas de mayor dimensión, lo había convertido en un verdadero test para las futuras relaciones industriales. Sindicatos y patronal lo sabían y de ahí la dureza e inflexibilidad de sus respectivas posturas. La patronal no quería ni oír hablar de regulación de la acción sindical en la empresa por vía indirecta, por convenio, y los sindicatos no estaban dispuestos a que se les impusiera por la misma vía la flexibilización de plantillas. El enfrentamiento radical de ambas posturas había hecho imposible avanzar en las negociaciones que estaban rotas en la práctica desde el inicio. El masivo seguimiento de los llamamientos al paro hecho por las centrales (más de 180.000 trabajadores fueron a la huelga el martes) y el temor de unos y otros a un laudo y a una conflictividad grave e indefinida, parecen haber propiciado el acuerdo de última instancia logrado ayer

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