Los campesinos de la cuenca del Jarama piden declaración de zona catastrófica
Los campesinos de la comarca de Titulcia, Chinchón y Ciempozuelos, en la cuenca del Jarama, han solicitado del Ministerio de Agricultura la declaración de toda la comarca como zona catastrófica, ante la grave situación creada por los temporales de lluvia caídos desde hace dos semanas en Madrid.
La petición va firmada por la Unión de Campesinos, organismo creado el verano pasado y que ahora engloba principalmente a labradores de los pueblos aludidos, más alguno de San Martín de la Vega. Según un informe realizado por ellos, el desbordamiento de los ríos Jarama y Tajuña, ha inundado el 53% de las tierras cultivables del triángulo formado por la intersección de ambos cauces. Titulcia, pueblo situado justo en el punto de unión, ha sido el municipio más afectado. Unas 447 fanegas -150 hectáreas- se encuentran inundadas por el agua, estancada todavía desde entonces. El Jarama corre muy cerca de las tierras cultivadas, por lo que cualquier mediano crecimiento del río puede anegarlas. Por su parte, el problema del Tajuña es que avanza formando meandros sucesivos, que invaden las tierras comprendidas entre ellos, situadas además a bajo nivel, que se quedan estancadas cuando,disminuye la corriente.La única solución que los agricultores han podido poner en práctica con sus propios medios es abrir canales de desagüe a las acequias cercanas. Aún así todavía quedan terrenos de siembra ocultos bajo el agua. De entrada, el 90 % de la siembra efectuada de ajos se ha perdido, e igual ocurre con el trigo. La siembra de patatas no se ha podido realizar y no se atreven a aventurar cuándo podrán hacerlo.
En la zona de Chinchón, Titulcia, Ciempozuelos, San Martín de la Vega, viven unos 1.500 agricultores, la mayoría de ellos medianos, propietarios de terrenos comprendidos entre una y tres hectáreas. El desamparo en que se encuentran respecto a la Administración es ya algo tradicional, y casi lo consideran como una de las características de la vida campesina. Si las ayudas inherentes a la declaración de zona catastrófica -materializadas sobre todo en la exención de impuestos- no llegan, tendrán que recurrir exclusivamente a la que les puedan prestar sus hijos, que por lo general trabajan en la industria y los servicios madrileños. Los agricultores recuerdan aún la ayuda económica prestada por la Administración hace unos años, por un motivo similar, y que ascendió a la cantidad de siete pesetas por fanega dañada.
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