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Los empresarios periodísticos se oponen a una mayor autonomía de los trabajadores

Las huelgas intermitentes y el lockout en el sector de las artes gráficas que mantiene sin periódicos a la República Federal de Alemania llevan un trasfondo de miedo a la tecnificación, temor al paro, afán de lucro en los patronos y una dosis no pequeña de represión ideológica.

Hasta ahora, la prensa ni siquiera había sido objeto de una estadística global. La primera fue presentada el pasado 15 de septiembre por el Instituto de Estadística de Wiesbaden, y según ella, en la RFA hay 1.538 editoriales, con un total de 11.200 redactores y 27.000 colaboradores. Aparte de la producción de libros, en la RFA hay 1.881 editores de periódicos, de los que 343 se dedican preferentemente a otras actividades comerciales. En cuanto a número de periódicos que lanzan estos empresarios, 375 son diarios y 3.838 publicaciones con otra periodicidad. Sin necesidad de pormenorizar aún más estas cifras oficiales, lo que salta a la vista es que no cabe hablar de sobredotación de personal en las empresas periodísticas alemanas, como aducen los empresarios.La razón de la «huelga empresarial» de estos días parece ser muy distinta a la aducida. Las ventas han aumentado considerablemente: en el primer trimestre de 1976 se vendieron 400.000 ejemplares de diarios más que en el mismo período del año anterior. Las previsiones para 1977 y 1978 son mayores, aunque no expresadas en estadísticas.

Las suscripciones aumentan incesantemente, mediante un sistema de cooperación con Neodata, la mayor empresa de promoción de suscripciones de todo el mundo. De 73 millones de ejemplares que lanza la industria de la impresión en la RFA anualmente, por término medio, 33 millones se distribuyeron el pasado año por suscripción, sin incluir entre estos ejemplares los que se envían por «círculo de lectores», o tienen un carácter profesional.

La máquina, para el hombre.

Alemania Federal es un país que lee intensamente, hasta el punto de que la lectura ocupa, detrás de la televisión, el segundo lugar entre las dedicaciones del alemán durante su tiempo libre. El tercero son los viajes de vacaciones. El número de «consumidores habituales de papel» se calcula en este país que alcanza los 36 millones.A pesar de estas perspectivas positivas para los empresarios, éstos han optado mayoritariamente por el conflicto con el sector trabajadores de talleres y de redacción. Los patronos niegan a estos cuatro puntos clave: la especialización para el manejo de las nuevas máquinas que se introduzcan en los talleres; el pago de otras actividades que realicen los trabajadores fuera del tiempo de control de la máquina encomendada, y la dedicación de los periodistas a trabajos que no sean su función específica; especiales medidas de seguridad para el manejo de estas máquinas.

Ante las primeras huelgas premonitorias, una vez fracasada la vía de la negociación, los patronos optaron por la máquina sin inquietarse por la actitud de sus productores, que en cualquier momento podrían quedar excluidos de sus empresas y sustituidos por la electrónica y por los más fieles a los consejos de administración. La casa Gruner und Jahr, de Hamburgo, ha distribuido, por ejemplo, estos días donativos de 250 marcos entre los empleados que no se han adherido estos días a la postura prohuelga del Sindicato de Artes Gráficas, pero estos trabajadores han preferido no ceder al estímulo y han enviado al sindicato el total de la gratificación. El sindicato se opone también a las horas extraordinarias, que en estas circunstancias conllevarían la reducción de plantillas.

El propio sindicato vio hace unos meses el peligro de no establecer a tiempo medidas de lucha para evitar no sólo el paro, sino también el progresivo control exclusivo de los medios de comunicación por quienes los financian en un pequeño círculo. A finales del pasado año, la organización laboral redactó un esquema para la regulación de las relaciones entre redacción y empresa y en él apuntaba hacia una mayor autonomía de redacción y talleres respecto de la financiación del medio correspondiente.

Incluso, señalaba como necesario el que la contratación de personal incumbiese más a la propia redacción que a los sectores económicos de la empresa editora. La censura interna, según el esquema, debería corresponder al director de la publicación y no al capital.

Intereses empresariales

Este análisis, más la aventura del periodista Guenter Wallraff, que trabajó subresticiamente durante varios meses en el diario sensacionalista Bild para denunciar después las mañas de la empresa de Springer, se convirtieron inmediatamente en detonantes que amenazaban con dar al traste el negocio de los editores.Gruner und Jahr anunció por los mismos días la introducción de un nuevo sistema que le permitiría prescindir de 180 puestos de trabajo, como primera providencia. La revista Stern, la publicación más cualificada de este grupo, se convirtió pronto en reflejo de los propósitos empresariales al imponer los editores la expulsión de uno de los tres subdirectores, responsable de la publicación de un reportaje titulado «Y mañana el resto del mundo», que denunciaba la penetración económica alemana en una serie de países.

Wallraff, pendiente de proceso, había denunciado a su vez el carácter deformado de la prensa sensacionalista de Springer, en la que el principal equipo de la redacción se ocupa de buscar titulares lo más explosivos posible.

Los empresarios de la prensa alemana occidental quieren anticiparse a una corriente cada vez más firme que pretende para redacción y talleres una autonomía que, desde luego, no iría en apoyo de los intereses empresariales tal y como éstos se conciben actualmente. Curiosamente, tan sólo un periódico de los cinco superregionales que existen en Alemania Federal -el Frankfurter Rundschau- se ha visto libre de presiones de los trabajadores y continúa su vida normal. Este diario, considerado aquí como independiente de izquierda, hace tiempo que tiene resuelto el problema de la autonomía ideológica y de la progresiva tecnificación.

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