La oposición moderada a Somoza busca una salida a la crisis en Nicaragua
Una de las principales razones por las que el presidente de Nicaragua, Anastasio Somoza, ha conseguido resistir los multiplicados intentos de la oposición por derrocarle, ha sido la ausencia de una personalidad conocida y capaz de aglutinar esfuerzos interiores y exteriores en tal sentido. El asesinato de Joaquín Chamorro, quien, desde las páginas de La Prensa, habla conseguido asumir tal papel, dejó a la oposición nicaragüense sin una figura capaz de dirigirla y este hecho, sin duda, ha sido determinante en el proceso de preguerra civil que vive este país centroamericano.El problema parece haberse resuelto con la aparición en la escena pública de un joven político, Alfonso Robelo Callejas, de 38 años, principal organizador de la huelga general que, hace tres semanas, casi consiguió el objetivo buscado.
Robelo era hasta hace cuatro días presidente del Instituto Nicaragüense del Desarrollo, organismo privado, desde donde se planificó y organizó la huelga general, que duró diecisiete días y que terminó con un alto saldo de muertos, heridos y violencias generalizadas.
La mayor parte de los sectores de oposición a Somoza (incluidos la alta burguesía y la Iglesia, que hasta hace poco apoyaban al dictador) han ofrecido su respaldo a Alfonso Robelo, quien ha aceptado como «un reto muy interesante» la tarea de dirigir el movimiento contra Anastasio Somoza.
El apoyo recibido por Robelo parece responder a los deseos generalizados de la oposición moderada de que a Somoza, una vez conseguida su salida del poder, no le suceda un Gobierno ultraizquierdista, básicamente inspirado en la ideología del frente Sandinista de Liberación, organización guerrillera que ha protagonizado la lucha armada contra la dictadura somocista y que cada día cuenta con mayores simpatías entre la población.
Alfonso Robelo significa para dichos sectores la garantía de que el cambio no será diametral.
Es muy posible que detrás de la «solución Robelo» esté el apoyo norteamericano, que parece dispuesto a aceptar un giro en la situación nicaragüense, pero dentro de unos cauces de moderación que alejen la posibilidad de un nuevo foco de tensión de la tan conflictiva zona centroamericana.
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