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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Que vueIvan los comuneros

Gracias por haber dado espacio en su periódico al artículo del 28 de febrero de Jesús Torbado, titulado Cincuenta y seis castellanos furiosos. Gracias al autor del mismo. Y, por supuesto, a Gonzalo Martínez Díez. Concuerdo totalmente con los conceptos vertidos por los autores: Castilla y León se han convertido en la hez de este amasijo de mentiras y medias verdades, de intereses bastardos encubiertos por nobles ideales pregonados, que es España desde 1469.Pero yo añadiría algo más. Mientras los castellanos-leoneses no nos convenzamos de que sólo unidos y solidarios nuestra fuerza se hará irresistible, seguiremos por ahí desangrándonos. De los políticos con cuna de palo castellano y poltrona madrileña de raso nada cabe esperar. Y, aunque parezca triste, la única solución a corto plazo está en lo que Ortega llama en su España invertebrada la «acción directa». Bien lo entendieron los vascos: su extremismo no ha sido en balde. Bien lo entendieron los catalanes: su separatismo táctico ha puesto siempre la carne de gallina a los políticos de Madrid.

Cuando el conde de Priego acudió al cardenal Cisneros para pedirle cuenta del derecho y los poderes con los que gobernaba, no le contestó directamente el cardenal; hizo cargar los cañones de palacio, mandó que fuesen disparados y luego, con humor y flema, contestó al de Priego: « Estos son los poderes que tengo.» Nuestros cañones son nuestras manos. Si un día los castellanos- leoneses, que trabajan para que Madrid, Cataluña o Euskadi engorden, dejan caer las manos y no vuelven a levantarlas hasta que no se les trate corno a los demás, hasta que no se les faculte para administrar los propios recursos, si un día esto ocurre, Madrid, Cataluña y Euskadi tendrán que darnos lo nuestro, se verán forzados, al menos, a que también nosotros recobremos aquello de lo que sistemáticamente se nos expolia. Pero para que todo esto ocurra, Castilla y León necesitan líderes de la talla de Padilla, Bravo o Maldonado; es indispensable que recobremos el sentido de nuestra dignidad nacional; se hace imprescindible que dejemos de pensar que otros tienen derecho a decidir sobre lo nuestro, por nosotros y contra nosotros.

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