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Izquierda y derecha se presentan divididas en la apertura de la campaña electoral francesa

La pregunta sobre que harán los comunistas, que desde hace más de medio año bloquea los pronósticos sobre los comicios legislativos que van a celebrarse los días 12 y 19 de marzo inmediato, pendía ayer de manera más acuciante sobre toda la geografía francesa en el momento en que se abrió oficialmente la campaña electoral que, de hecho, está en marcha desde el verano último.

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Nuevos elementos de discordia entre las dos tendencias de la mayoría, la giscardiana y la gaullista, y entre comunistas y socialistas en la Oposición, subrayaron también esta apertura puramente formal de una campaña en la que todo se ha dicho y ante la que los franceses manifiestan un cierto hastío. Al cerrarse las inscripciones, anteanoche a las cero horas, aún no se conocían cifras precisas, pero más de 4.000 candidatos van a postular para cubrir los 488 escaños de la próxima Asamblea Nacional francesa. La inflación de candidaturas alcanza niveles récord en todo el país (diez pretendientes por escaño) y sobre todo en las grandes ciudades. En París, para cubrir 31 puestos de diputado se han presentado 450 aspirantes.Al margen de las cifras, el festival del verbo electoral, iniciado el verano pasado, no ha hecho más que continuar. La novedad de última hora, los grandes debates entre la derecha y la izquierda, en la radio y televisión, empezarán el lunes de la semana próxima. Esta será la baza decisiva con la que los grandes tenores de las cuatro fuerzas políticas determinantes ya citadas, intentarán conquistar casi el 20% de indecisos que continúan arrojando los sondeos de la opinión pública. El último, conocido ayer a través del semanario L´Express, confirmó la constante de las últimas semanas: la oposición de izquierdas conseguiría el 51%, contra el 45% de la mayoría de derechas.

Escaramuzas de última hora

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Aprovechando el último minuto, antes del cierre de las inscripciones de candidatos, la UDF giscardiana presentó media docena de candidatos en circunscripciones en las que se presentaba solo, gaullista, como representante de toda la mayoría. El RPR (Unión por la República) del señor Chirac respondió acto seguido con la misma moneda.

Pero a pesar de sus tensiones, las dos tendencias de la mayoría no han puesto en entredicho su solidaridad total para asistirse mutuamente en la segunda ronda del día 19. La primera vuelta les servirá para medir sus fuerzas y la segunda, todos a una, para intentar derrotar a la izquierda.

Esta cuestión, resuelta en la derecha, es la gran incógnita de la izquierda y, más aún, del resultado final de las elecciones. Cada cual lo repite: la victoria de la izquierda y, en consecuencia, el porvenir inmediato de Francia, está en manos del Partido Comunista. Pocos dudarían del éxito de la oposición si el PCF estuviese dispuesto a renunciar a su política actual, pero nadie afirma nada sobre sus intenciones últimas. Y todo el problema reposa en las órdenes que la dirección del partido dé a sus electores para desistir o no en favor de los socialistas en la segunda vuelta. Según el sondeo referido como también lo vienen probando todos los anteriores, una transferencia de votos regular entre socialistas y comunistas en la segunda vuelta, en favor del candidato mejor situado en la primera, aseguraría con pocas dudas una Asamblea mayoritaria de izquierdas.

Pero este desestimiento que para el PS es una elemental disciplina republicana, para el PCF es un «vejestorio que debe colocarse en el museo de la historia».

Nuevo incidente PS-PCF

Un nuevo incidente envenenó más aún los ataques mortíferos de los comunistas contra el PS y su líder, François Mitterrand, el domingo último. En una elección cantonal parcial, el consejero general saliente, comunista, perdió la elección, «porque los socialistas, deliberadamente, han votado por la derecha». El «juego de la derecha» del PS, a pesar del mentís de este último, se estimó gravísimo en la dirección del PCF. Y el editorial de la primera edición de su órgano diario nacional, L´Humanité, fue reemplazado por otro, firmado por el brazo derecho del señor Marchais, Charles Fiterman, para disparar solemneménte contra «la disciplina republicana de los socialistas».

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