Las contradicciones de las derechas
Es bien patente que las derechas en España (UCD, AP, CEOE, etcétera) y fuera de España están escasas de verdaderos ideales y muy sobradas de contradicciones. Presumen. por ejemplo, de defender el verdadero humanismo. Pues bien, si analizamos ese particular humanismo con detenimiento vemos que es sólo una mezcla insostenible de cierto oscurantismo y absurda mitología, que aún arrastra nuestra tradición cultural, y, de un pánico cerval a toda evolución de la sociedad, evolución que es, por naturaleza, inevitable.Por una parte. consideran las derechas al Estado como si fuera una gran empresa (lo cual es cierto), y la competencia entre naciones la comparan a la competencia entre empresas, pero, por otra parte, se encolerizan y ponen el grito en el cielo si se intenta administrar el Estado como ellos creen que se debe administrar una gran empresa moderna, esto es, con planificación y coordinación centralizadas desde un mismo consejo de administración.
Cuando este sistema de administración o gerencia lo ejercen Henry Ford y David Rockefeller sobre la Ford Motor Company y el Chase Manhattan Bank, respectivamente, lo consideran muy humano, eficaz e inteligente, pero cuando lo ejercen Brejnev y Tito, con sus comités centrales, respectivamente, sobre el Estado soviético y el Estado yugoslavo, entonces lo consideran despótico, antihumano, burocratizador e injusto, y atentador contra las libertades humanas.
Si quieren ser consecuentes las derechas, ¿por qué no aplican sus adoradas reglas de la economía de mercado dentro de sus propias empresas privadas (como tratan de hacerlo dentro de esa gran empresa que es el Estado) y se tiran a matar y a competir una filial contra otra, para así aumentar cada una su productividad y competitividad? Ya saben que esta competencia y falta de planificación entre las filiales producirían en seguida el despilfarro, el caos y la bancarrota en la empresa-madre. Pero este caos y falta de planificación es lo que quieren aplicarle al Estado (a fin de que así puedan ellas continuar lucrándose en medio de un gran desorden general) con la economía de mercado.
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