José María de Prada: "Ya es hora de que cambie la imagen de la entidad
«El tema de la marginación no está suficientemente tratado en el texto constitucional que conocemos», ha dicho a EL PAÍS José María de Prada, presidente de Cáritas Española. «Aunque todos los partidos políticos representados en las Cortes están de acuerdo en que en esta etapa del Estado español se deben asegurar los aspectos sociales de nuestro país, y en que se debe prestar especial atención a los campos de la marginación, que son muy graves en España, lo cierto es que se encuentran presentes de modo imperfecto en la Constitución.»El presidente de Cáritas, que ha enviado una moción a las Cortes, para su estudio, se refiere a los artículos 34 y 44 del texto constitucional, donde, dice, se tocan aspectos parciales de la marginación, a los artículos 42 y 43 donde se han tocado «los dos problemas más aireados últimamente, como son los de minusválidos y los de la tercera edad», olvidando otros como los niños abandonados los transeúntes y vagabundos, drogadictos, alcohólicos, marginados en zonas urbanas y rurales «y un largo etcétera que merece tanta atención como los otros, aunque puedan protestar menos». Y propone, en nombre de Cáritas y en el suyo propio que los poderes públicos presten una atención especial a la lucha contra la marginación en España. «Hay que saber -dijo José María de Prada- que todos estos problemas, en los que entra en juego la sensibilidad social, no pueden ser resueltos ni por el Gobierno solo, ni por los partidos, ni por la Iglesia. Tienen que ser resueltos por toda la sociedad, y, para eso, hay que cambiar, precisamente, la sensibilidad social hacia todos estos temas.»
«En este sentido -sigue el presidente de Cáritas-, esta organización, que es una asociación de Iglesia, ha cambiado mucho en los últimos años, y va siendo hora de que la gente lo sepa. No somos sólo esa sociedad de beneficencia y asistencial, que también lo somos. Pero hay otras cosas: además de resolver en lo que podemos los problemas individuales y a veces de grupo, intentamos que la gente tome conciencia de la existencia de estos problemas y se sienta comprometida a una transformación de las estructuras que posibilitan la existencia de los marginados. Sabemos que, por ejemplo, si montáramos una campaña con niños escrofulosos en pantalla y en carteles, conseguiriamos más dinero que, por ejemplo, montando un simposio sobre el paro, y viendo cómo muchas formas de delincuencia y el crecimiento de la mendicidad son simples consecuencias residuales de esta situación de aumento del paro obrero. Pero nos interesa más la conciencia que la sensiblería de la gente. Esta es una sociedad que crea a sus pobres para, luego, poderlos asistir. Desde un punto de vista cristiano, no se puede permitir que la gente que da parte de lo suyo no se sienta involucrada en la necesidad de un cambio social.»
La Iglesia va cambiando su concepción aristotélica y tomista de naturaleza, va abandonando esa visión que tenía de un mundo donde el mal, la discriminación y las diferencias eran queridas por Dios.
Cáritas Española, que es el organismo de dirección, coordinación y estructuración ideológica de toda esa asociación de la Iglesia católica que, como ella, funciona por diócesis relativamente autónomas, ha realizado trabajos en el exterior de España, especialmente en los países más atrasados. Sobre esto, dijo a EL PAÍS José María de Prada: «En realidad, Cáritas sólo ha intervenido en el exterior de Espana en ocasión de grandes catástrofes. En esos casos, y especialmente en América Latina, ha intentado dos cosas fundamentales: la primera, favorecer el desarrollo liberador y comunitario de aquellos grupos de hombres a los que iba destinada la ayuda de Cáritas. La segunda, el control de los medios que han sido llevados allá, para evitar la manipulación de gente interesada, y su posible desvío hacia otros fines.»
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