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Debate sobre el anteproyecto constitucional

"Nación" y "nacionalidades", problema delicado en el anteproyecto constitucional

EL PAÍS, Problema fundamental en toda Constitución es la definición del sujeto del poder constituyente. Desearíamos conocer sus opiniones sobre esta cuestión en relación con el anteproyecto constitucional.Manuel García Pelayo. En el primer artículo aparece España como sujeto del poder constituyente. Se trata de una denominación cuyo sentido parece excluir del texto constitucional la expresión nación española; pero España es una denominación tras de la cual pueden albergarse intencionalidades políticas muy distintas e incluso no han faltado quienes la interpreten como una expresión geográfica. En torno a este tema hay indudablemente motivaciones emocionales, pero en las que no voy a entrar aquí. Diré solamente que la idea de la nación española como sujeto del poder constituyente, iniciada en las Cortes de Cádiz, así como la de soberanía nacional, tienen una rica tradición en la historia del constitucionalismo español, bien que rectificada por la Constitución de 1931.

Por otro lado, el anteproyecto es confuso, ya que en un lugar habla de España, en otro de pueblo español y en otro de los pueblos españoles. En mi opinión, sin una referencia a la nación española se abre un equívoco en cuanto al sujeto jurídico del poder constituyente. La indecisión que, en este punto, preside al anteproyecto, da la impresión de que se sustituye la expresión nación española por la de Estado español. Pero el Estado es una noción fría, abstracta, designadora de una organización o de un aparato que sólo puede legitimarse por referencia a la comunidad nacional. Soy consciente de que el concepto de nación es plurifacético, pero no creo que desde ninguna perspectiva pueda negarse la realidad histórica, social y cultural de la nación española, enriquecida, desde luego, por las peculiaridades regionales, más o menos desarrolladas.

Gonzalo Fernández de la Mora.

En este sentido habría que unificar criterios y decir muy claramente si verdaderamente somos una nación, como yo creo que lo hemos sido hasta ahora. Ha sido un esfuerzo secular el de llegar a una conciencia nacional unitaria y, naturalmente, con respeto a las autonomías y a los valores culturales, históricos y de todo orden en las distintas regiones, debemos afirmar el principio de la unidad nacional. El concepto de «nación», si no me equivoco, está en todas las Constituciones españolas desde la de 1812 hasta la de 1876. Ortega definió la nación como una empresa. España es una común empresa en la historia, por lo menos desde el siglo XV.

Ramón Tamames. Creo que es un problema quizá un tanto metafísico y que podríamos adentrarnos en una discusión sin fin y de ámbito nacional. Y no tengo la menor dificultad de emplear la palabra nacional en el lenguaje normal, como los economistas hablamos de cuentas nacionales y esa expresión no se podrá sustituir por las cuentas del Estado, que son otra cosa. En este sentido, desde el punto de vista general, quién va a dudar que España es una nación. Está en las Naciones Unidas, estamos dentro de un sistema internacional. Pero cuando empezamos a hablar entre nosotros, fuera ya del contexto internacional, es verdad que las, cosas empiezan a complicarse un poco, por el peso que en todo lo nuestro tiene la historia.

España es un concepto geográfico y político muy antiguo, por mucho que se quiera decir otra cosa, pues tiene su origen nada menos que hace 2.000 años, desde que los romanos decidieron llamarnos Hispania.

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Frente al concepto de nación española se puede tener una actitud más diversa. La concepción tradicional de España no es la de nación. Durante la Monarquía los reyes, asimismo, yo no recuerdo que se llamaran dentro de España Reyes de España, eran reyes de las Españas, de Castilla y León, de Aragón, de las Indias, etcétera. La nación es un concepto que surge después, en la Constitución de Cádiz, que lo toma de la Constitución francesa de 1791. Que se sepa, antes, a los españoles no nos habían hablado de la nación española, y creo que no está en lo más profundo de nuestras tradiciones.

La palabra las Españas, que se ha empleado mucho y que se sigue empleando a otro nivel del lenguaje, da la idea de una diversidad realmente importante dentro de esta unidad geográfica y unidad política que es España y que puede poner en duda. Yo diría, además, que la expresión de nación española, que es muy eufónica y efectivamente emocional, y a mí me gusta; pero comprendo que hay personas y grupos políticos en España que pueden pensar que con ese planteamiento de nación española se les quiere poner en duda otras cosas que son muy suyas, como son los sentimientos de ser catalán, vasco o gallego.

Además, en la última Constitución democrática que tuvo España en 1931, la expresión nación española no aparece, que yo recuerde. Claro, tuvieron la opción de emplear la referencia República española, y con la República española empezaban muchos artículos, y cuando había que hacer referencia a lo antes conocido por nación española, utilizaban la expresión República española, sin otras connotaciones, desde luego, y sin incidir sobre los sentimientos de vascos, catalanes, gallegos, etcétera. Lo cual no era una casualidad, sino que de hecho había un reconocimiento de algo que se había negado sistemáticamente a los pueblos de España en las Constituciones anteriores.

La Constitución de 1812 tiene un proceso muy particular de elaboración, y llama nación española tanto a los ciudadanos españoles del hemisferio americano como a los del hemisferio europeo. Se hablaba de nación española en un sentido muy amplio, sin precisar, haciéndose eco del enorme impacto que en la Revolución francesa tuvo el concepto nación. Pero, sinceramente, lo que se mencionaba en la Constitución de Cádiz era hasta dudoso que fuera una nación española; todo ese conjunto de pueblos, tan diferentes y en muchos casos con tan escasa relación.

Me parece que en 1931 hay una recuperación de la verdadera conciencia y problemática de los pueblos de España, y así pueden recuperar políticamente su personalidad Cataluña, el País Vasco y otras regiones y nacionalidades. Incluso creo recordar que en el «Estatuto de Nuria», tal como lo plantearon los catalanes, aparecía la expresión nacionalidad catalana, y que luego, cuando se consiguió que los catalanes aceptaran que el estatuto no mencionara la nacionalidad catalana, pero porque había una República española con un derecho, a las autonomías dentro de ella, con lo cual se obviaba lo que era quizá más difícil de aceptar: que hubiese una nación española que pudiera poner en tela de juicio sus particularismos.

Entonces, en 1931-1936, como desapareció la expresión nación española, en cierto modo se renunió también al término nacionalidades y se habló solamente de regiones. Pero como hoy eso no sucede, porque no se habla de República española, se emplea el término de nacionalidades y regiones simplemente porque responde a un sentimiento bastante profundo. Aunque se diga que las nacionalidades de Pi y Margall corresponden a un título de un libro semiolvidado, creo que es algo más enraizado. En resumen, que a mí me parece que tal como está el anteproyecto de Constitución, en este punto se ha hecho un esfuerzo y nadie ha objetado la palabra España, lo cual todavía hace unos años determinadas fuerzas de la Oposición no habrían puesto nunca en una Constitución. Hay, pues, una España, con las nacionalidades y regiones que la integran.

Elías Díaz. Resumo mucho. Para mí el problema del sujeto está claro: el pueblo. En éste es en quien reside la soberanía. Y si planteamos el tema de la «nación», a mí me parece más importante utilizar la palabra España. Ahí está resumido todo el proceso histórico. Y hoy, en cierto modo, y a otro nivel, en la expresión «Estado español». Nación es algo de menor entidad y significado que «pueblo español». Creo que no hay que mitificar la nación (de la que, por otra parte, salen y han salido nada beneficiosos nacionalismos). Por otra parte, creo que eliminar el término nacionalidades plantearía hoy problemas políticos bastante graves.

Elías Díaz. Pienso que hay que quitar la palabra «pueblo» del artículo segundo, reservar esa expresión para el «pueblo español» (artículo primero) y dejar a su vez el término «España», con el que se abre -y esto es importante- la Constitución.

Gonzalo Fernández de la Mora.

Soy contrario al término y al significado « nacionalidades » en la Constitución.

Ramón Tamames. Pienso que no hay tal antagonismo. Entre pueblos y pueblo y entre nacionalidades y nación. La nacionalidad común es la española. Eso está fuera de toda duda.

Alfonso de Cossío. Creo que la palabra nacionalidad o nación es una palabra en cierto modo ambigua, pero que tiene un sentido teórico político muy definido. Porque cuando nace la teoría de las nacionalidades lo que se está buscando es pueblos que tienen una unidad cultural y una unidad de lengua, que están divididos y quieren unirse. De forma que la palabra nación no coincide con la palabra Estado y tiende a identificase con ella. El verdadero problema no es utilizar la palabra nación, sino establecer un régimen de autonomía en un grado mayor o menor, romper o no romper la unidad de ese Estado.

Manuel García Pelayo. Insisto en que España lo puede ser todo. Se ha argumentado aquí que se ha excluido el término nación española por no molestar a algunas regiones. Si esto es así puede haber otra parte de España que se sienta molesta.

El inconveniente que le veo a la expresión pueblo es que es un concepto atomizado, implica una suma de individuos; en cambio, la nación implica la idea de una comunidad.

Elías Díaz. Aclaro que no es que el término nación -referido a España- moleste a nadie. En modo alguno. Los socialistas catalanes siempre han mantenido que no hay ningún problema en utilizarlo. Pero no se haga como pretexto para así poder excluir el término «nacionalidades», que puede ser más o menos científico, pero que hoy, a nivel político, parece tener un significado bastante claro.

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