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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El nuevo Gobierno portugués

LA FORMALIZACIÓN de un Gobierno socialista-conservador (CDS) en Portugal abre paso a dos hechos hasta ahora inéditos en la joven democracia del país vecino, pero consultanciales a cualquier régimen parlamentario estable: la constitución de un Gobierno con mayoría parlamentaria y la posibilidad de una oposición frontal desde los partidos en minoría.Hasta la caída del Gobierno socialista minoritario de Mario Soares, hace ya casi un mes y medio, el sistema parlamentario portugués, que recogió una pesada herencia del régimen dictatorial anterior y de los primeros balbuceos revolucionarios, había funcionado de una manera tan singularmente anormal como en el caso italiano: un Gabinete monocolor sin mayoría en la Cámara dirigía el aparato del Estado gracias a la no desconfianza del resto de las fuerzas parlamentarias. En el caso portugués, el Partido Socialdemócrata, Centro Democrático Social y Partido Comunista votaron alguna vez en contra del Gobierno, pero nunca, hasta diciembre, se propusieron la caída inmediata de éste.

Ahora, el nuevo Gabinete cuenta con un programa político y económico definido y está respaldado por una mayoría -escasa, pero mayoría- de escaños en la Asamblea de la República. La negociación ha sido lenta y trabajosa, pero finalmente culminó en un acuerdo formal con vigencia hasta el final de la actual legislatura, en 1980. A cambio, sin embargo, de los votos necesarios para la constitución de un Gabinete estable, el Partido Socialista ha tenido que efectuar importantes concesiones en el terreno económico a sus partenaires del CDS. Concesiones no muy bien acogidas por ciertas bases izquierdistas del PS, lo que introduce ya un cierto factor de inestabilidad en el nuevo esquema.

Pero la oposición formal vendrá de las dos fuerzas -importantes fuerzas cualitativas- que han quedado descolgadas de la negociación gubernamental. Se trata del Partido Socialdemócrata, segundo del país, que se opuso desde, el principio a las negociaciones, y del Partido Comunista, que rechazó un acuerdo bilateral con los socialistas después de conocer el contenido real del pacto firmado por éstos con el CDS.

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El PSD ya ha anunciado su oposición en el Parlamento al nuevo Gobierno. La posición de dureza del partido viene en gran parte determinada por la cada vez más firme reascensión del ex presidente Francisco Sa Carneiro, a quien ha beneficiado de una forma clara las indecisiones e inhibición mostradas por el partido, a todo lo largo de la crisis, bajo la dirección provisional del profesor Sousa Franco.

El Partido Comunista, que sólo tiene veinte diputados, controla, sin embargo, los sindicatos y puede beneficiarse del descontento producido en ciertos sectores socialistas por el desenlace de la crisis. Los comunistas no han anunciado todavía formalmente su oposición, pero lo cierto es que el nuevo Gobierno tendrá que contar con su fuerza sindical para intentar conseguir aquello que no pudo el Gobierno socialista anterior y que provocó, en definitiva, la caída del primer Gabinete Soares. Es decir, la firma por todas las fuerzas, políticas de un pacto económico que permita afrontar con garantías una crisis que se prolonga ya demasiado tiempo y que faculte al nuevo ejecutivo a entablar con el Fondo Monetario Internacional las negociaciones -interrumpidas desde octubre- para la concesión de un importante crédito de más de quinientos millones de dólares.

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