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El Gobierno polaco intenta mejorar sus relaciones con la Iglesia

Las autoridades polacas se esfuerzan actualmente en mejorar sus relaciones con la Iglesia católica, para evitar que ésta, única fuerza organizada del país, si se exceptúa el Partido Comunista, se haga eco del descontento popular.

La mejora que se inicia con la audiencia concedida el 1 de diciembre por el papa Pablo VI a Edward Gierek, secretario general del Partido Obrero Unificado Polaco (POUP) (comunista), se ha acentuado con la última resolución del buró político del POUP hecha pública en Varsovia con motivo de las elecciones municipales del 5 de febrero.En efecto, el texto que aboga por la consolidación de las «buenas relaciones entre el Estado y la Iglesia católica» y el «mantenimiento de los valores nacionales polacos», considera indispensable «la participación de los católicos en la obra de desarrollo nacional».

Aporte de la Iglesia

La resolución, que elogia en términos inusitados, por parte de un régimen socialista, el aporte de la Iglesia a la vida nacional, fue precedida por la homolía, el, 6 de enero, del cardenal Stefan Wyszynski. Ante varios miles de fieles congregados en la catedral de San Juan, de Varsovia, el primado de Polonia se declaró dispuesto a colaborar con el poder, pero exigió a cambio un estatuto jurídico para la Iglesia. El temor a que la institución eclesiástica obstaculice la puesta en práctica este año de drásticas medidas económicas de austeridad y canalice así el descontento popular ha incitado al Estado socialista a acercarse a la única fuerza autónoma organizada del país, que representa a 31 millones de católicos polacos.

En busca de un clima propicio

Por el momento, el Gobierno de Varsovia desea que las próximas elecciones municipales, de cuyo resultado está asegurado de antemano, se desarrollen en un clima propicio, sin incidentes. A más largo plazo espera obtener la colaboración de la Iglesia para que las subidas de precios de productos alimenticios anunciadas por Giereck, el 9 de enero en la conferencia nacional del POUP, no provoquen violentas manifestaciones populares,como las que tuvieron lugar en Gdansk, en diciembre de 1970, y en Radom y Ursus, en junio de 1976.Desde entonces, el descontento sigue siendo claro. Una carta de un grupo de obreros polacos publicada recientemente por el diario trotskysta francés Rouge puso de relieve las dificultades económicas de una familia media polaca. «¿Cómo se puede hablar -se preguntaban los firmantes- del bienestar obrero cuando el 75% de los ingresos familiares son absorbidos por la compra de comida?».

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