El grupo El Paso se reúne de nuevo en Granada
El 20 de febrero de 1957 se creaba en Madrid el grupo El Paso, que, inicialmente, lo componían los pintores Canogar, Feito, Millares, Rivera, Saura, Juana Francés, Serrano y Suárez. Poco después se incorporarían al grupo Viola y Chirino. Algo más de veinte años después, y a iniciativa del Banco de Granada, se celebra la primera gran exposición colectiva del grupo. Esta es, pues, una crónica del recuerdo y de la constatación: recuerdo porque El Paso se disolvió en mayo de 1960 y constatación porque, como expuso en su día Sanguinetti, esta vanguardia artística es tratada ya, con todos los honores y merecimientos, como la Nueva Academia.Treinta y cinco obras de los citados anteriormente componen la exposición que se inauguró ayer en Granada. Están divididas en dos fases cronológicas. La mitad, aproximadamente, son obras fechadas entre 1957 y 1960, es decir, en los años que correspondieron a la actividad del grupo. La segunda mitad de las obras expuestas son obras actuales de sus creadores; ello, a juicio de Miguel Angel Revilla, director de la sala de exposiciones granadina, «permite al público contemplar y comparar las obras de estos artistas con veinte años de distancia a la vez que intuir por dónde van ahora los pintores. Hemos hecho esta exposición para intentar sistematizar la existencia de El Paso, que desde 1960, fecha de su disolución, no había expuesto colectivamente. Se han hecho exposiciones de parte de sus componentes, pero nunca una muestra global de quienes fundaron el tan mencionado movimiento. A mi juicio -añade Revilla-, el grupo representó un importante revulsivo en el panorama artístico de su tiempo y el fin de lo establecido por aquellos años».
El fenómeno de El Paso es ejemplar en la propuesta de Sanguinetti, según el cual el devenir de las vanguardias artísticas tiene dos únicas posibilidades: si no es aceptada por la soc¡edad -y concretamente por los sectores sociales que controlan lo artístico- el quehacer de la vanguardia suele ser relegado al olvido histórico. Si, por el contrario, las experimentaciones creativas son aceptadas por lo que Tom Wolfe denominaba «la tribu del arte», el sino de la vanguardia es inevitablemente el de constituirse en la Nueva Academia. Y este ha sido sin duda el proceso de los componentes de El Paso.
Señalaba Camilo José Cela que «lo que distingue al arte de lo que no es arte» es el grado de «fiera intencionalidad de reforma que aporte el hombre en el momento de enfrentarse con el problema de la creación artística». Pues bien, esta intencionalidad de reforma quedaba claramente expuesta en el primer manifiesto del grupo, que daba cuenta de sus finalidades o anhelos: «Conscientes de la inutilidad de la discusión sobre los términos abstracción-figuración, arte constructivo-expresionista, arte colectivo-individualista, etcétera, nuestro propósito es el de presentar una obra auténtica y libre, abierta hacia la experimentación, hacia la investigación, sin fronteras, y no sujeta a cánones exclusivistas o limitativos.»
«Propugnamos un arte recio y profundo, grave y significativo. »
«Luchamos por un arte hacia la salvación de la individualidad, dentro del signo de nuestra época. »
«Nos encaminamos hacia una gran transformación plástica, en la cual encontrar la expresión de una nueva realidad. »
«Y hacia una antiacademia, en la que el espectador y el artista tomen consciencia de su responsabilidad social y espiritual. »
Polémica en El Paso
Recientemente se estableció una discreta polémica entre Antonio Saura y Rafael Canogar, cuya causa fue la publicación de una amplia entrevista en el suplemento de Arte y Pensamiento de EL PAÍS, en la que Antonio Saura explicaba, por supuesto que desde su perspectiva personal, la génesis del grupo. En cualquier caso, y al margen de las discrepancias personales, el hecho incuestionable es que aquellos pintores y escultores que en febrero de 1957 conformaron uno de los grupos plásticos más revolucionarios del arte español contemporáneo, poseían, y en buena parte lo poseen, una indudable coincidencia conceptual sobre el proceso de creación. Y así lo demuestran las obras posteriores, incluidas las de Rafael Canogar, que a partir de su espectacular exposición de 1976 retorna a lo que se suele denominar informalismo, tras recorrer una prolífica etapa de un realismo peculiar y propio.
Si para Antonio Saura «la tela es un campo de batalla», para Manolo Millares el fenómeno artístico sintetiza en su afirmación de que «un arte desesperado es siempre final y principio». Para Rafael Canogar, «lo que se persigue no es buscar la ordenación caótica del momento, sino la coniunión con la misma realidad». Feito define un trabajo cotidiano como «la mimada y dearozada materia que quiero, que hago, que labro, que rompo, que acaricio, que me araña». Sobre la materia vuelve a incidir Rivera en la siguiente frase: «Esa materia que está contra mi voluntad y que más me atrae cuanto menos la domino. » Por su parte, Chirino se enorgullece de conseguir formas hermanas de la reja y el arado «que empalman al hombre con la tierra en una tarea armoniosa y necesaria». «Para nosotros -arremete Viola- tiene más importancia una obra de arte por lo que niega que por lo que afirma. »
Una selección de frases que sintetiza de alguna manera ese proceso fascinante de enfrentamiento del artista ante su obra. Si hubiera una frase que todos los componentes de El Paso podrían corroborar, esa sería sin duda la que pronunciara en su día Pablo Picasso: «Todo el mundo quiere comprender la pintura, ¿por qué no intentan comprender el canto de los pájaros?»
La jornada inaugural de este primer homenaje público a El Paso se completó con una mesa redonda en la que participaron los pintores Saura, Canogar, Rivera, Viola y Suárez y el crítico José Ayllón. Una primera muestra de reconocimiento a la labor de unos artistas que en 1957 se rebelaron contra lo establecido en el mundo del arte, aquella ya fenecida Escuela de Madrid, que reivindicaron la larga tradición clásica española de austeridad y ascetismo, entroncándola a las vanguardias artísticas mundiales de los años en los que surgieron.
En el manifiesto titulado Ultima comunicación, de mayo de 1960, con el que se disolvía el grupo, se señalaba que «debemos considerar aquí ante todo el verdadero paso adelante seguido como cumplimiento a una primera etapa de planteamiento experimental y destructivo de fórmulas caducas o tradicionales y la práctica de una operación activa dentro del ambiente artístico de nuestro país. El Paso ha contribuido en gran medida a crear una nueva situación. Hemos combatido la apatía. Hemos atacado a una crítica que, salvo raras excepciones, se mantenía hueca e inoperante. Hemos denunciado una situación insostenible y se ha contribuido a la afirmación de una pintura que responde a nuestra propuesta de apertura hacia las corrientes universales y a la recuperación de ciertas constantes
españolas».
Babelia
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