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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Eurocomunismo y Semprún

Llevaba yo varios días, hombre, con la idea de hacer un artículo sobre esto del eurocomunismo y Semprún, y todas las mañanas me digo basta, de hoy no pasa, que tengo aquí abierto el libro de Jorge Semprún, que me lo envió muy elogiosamente dedicado, y luego sigo la polémica, por los periódicos mayormente, o sea que hoy ya iba a ponerme, con mi personal tesis madurada, y cuando meto el folio en la máquina, una máquina roja y misteriosa que me han regalado estas Navidades («una máquina roja para un escrito rojo», que yo creo que se han pasado, en el color y en la máquina), en esto que zas, el timbre, la niña de la farmacia, que sube con la laca para el pelo.¿Y qué autoridad tengo yo, un señor que se echa laca en el pelo, para mediar en tan alta polémica? De todos modos sigo con el folio y ahora es la enfermera que viene a ponerme la omnadina, o sea defensas, que me lo ha recetado Olaizola, y mientras estoy con el glúteo puesto, esperando el pinchazo, sigo madurando mi tesis, que en esto de los grandes movimientos históricos no hay un momento que perder, vamos a ver, Jorge, hombre, ¿no comprendes tú que España necesita un Partido Comunista, hoy, y que no tenemos otro que éste, porque los otros que tenemos no los conoce la opinión, no venden, y éste ya está abriendo camino?, ay, me ha dolido, como siempre. Conchita las pone bien, pero a veces escuece, normal, y cuando todavía estoy con el destape me llama María del Mar Bonet para que vaya a su recital, y los del Martín para que vaya al estreno de Flowers, y Juliancito Santamaría, que le ha gustado mucho el artículo de hoy, y Julio, que tenemos una cena, y los de Interviú, que van a dar en la revista todo lo que telelazarov nos prohibió a Yale, José María y a mí, y el cartero con una carta del propio Lazarov, que se queja el hombre de cómo le ha puesto la prensa, o sea a parir.

Bueno, me subo los pantalones, me siento a la máquina, se va la enfermera y sigo con mi epístola moral a Fabio, o sea Semprún: «Estos, Fabio, ay dolor, que ves ahora, campos de soledad, mustio collado ... », y ya hilado el verso me paso a Baudelaire, que Antonio Martínez Sarrión ha hecho la primera versión decente en castellano de Les fleurs du mal, y la Gaya Ciencia me lo envía: «Angel de salud lleno, ¿sabes lo que es la fiebre?», dice el poeta.

Jorge Semprún, ángel maduro, de salud lleno, lleno de las saludes del exilio, el premio, el desarraigo y la justicia, ¿sabes lo que es la fiebre? Pepín Vidal te lo dice hoy en el periódico con las mismas palabras que Baudelaire: «En el caso de que las acusaciones que Semprún formula fuesen ciertas (...), ¿por qué iban a eximirle a él?»

Me parece que ya voy entrando en materia, aunque no sé si en materia poética o en materia política, pero desde luego en alguna materia voy entrando, y en esto que vuelven a llamar a la puerta y llega desde Venezuela Eduardo Robles Piquer, hermano del fraguista Carlos, pero, republicano este Eduardo, exiliado tantos años, arquitecto, periodista y dibujante. Su mujer, Lola, que es mexicana, se pone a hacerme la cama y Eduardo se pone a hacerme una caricatura. Les doy whisky, chocolate y libros y me dice el exiliado /retornado republicano:

-Cuando Arias Navarro era alcalde de Madrid, me llamaron para hacerme cargo de los parques de la ciudad, que son un desastre, pero yo no iba a venir a hacer parques para que los inaugurase Franco. Yo esto que está pasando en España lo veo bien y me parece que vosotros, desde dentro, sois más pesimistas.

Sí, somos más pesimistas y más liantes, y ahora que por fin tenemos una izquierda, hombre, con lo que nos ha costado tener una izquierda, resulta que las izquierdas se enzarzan entre sí, se lían, y la cuidadosa imagen cristañola que Carrillo ha venido azogando durante meses con primor la van a hacer cisco entre cuatro, olvidando que arrojar la cara importa, que el espejo no hay por qué, y que si entre Líster, Semprún y Andreyef (que es uno que escribe en Moscú), se cargan el invento, el enemigo común, o sea la derecha eterna, la hija del capitán vestida con las galas del difunto, se va a. sentir y saber feliz. Ahí le duele, tíos, ahí le duele.

Nota erudita: no confundir a este Andreyef con Andreiev, escritor romántico que lo hacía más fino. Como no hay que confundir a este Semprún con el periodista-detective de-toda-la-vida. Que la derecha está feliz en sus cotillones, que lo sé yo, tíos, que estamos dando la nota y que a ver si otro día, hombre, con más calma y con los pantalones en su sitio, hago yo el artículo este sobre eurocomunismo y Semprún.

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