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Las visitas a Jordania y Siria, puntos clave de la gira del presidente argelino

Según informaciones dignas de crédito recogidas en la capital argelina, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), sigue profundamente dividida sobre la oportunidad de formar un mando militar unificado de la resistencia, acorde con los compromisos establecidos en diciembre pasado durante la «cumbre» de Trípoli. Los esfuerzos del régimen argelino para promover un acuerdo militar no han dado todavía el menor resultado. Por otra parte la gira de «amistad» del presidente Bumedian por los países árabes sigue siendo objeto de comunicados anodinos, considerándose que la próxima escala en Damasco constituirá el punto clave de este viaje con el que el mandatario argelino intenta reconciliar una vez más a sirios e iraquíes.Huari Bumedian ha iniciado ayer en Animan la parte más delicada de su periplo árabe. Las relaciones que mantienen Argelia y Jordania no han rebasado jamás los límites de la cortesía y es dudoso que el monarca jordano confíe a su ilustre visitante su óptica de fondo acerca de las negociaciones israelo-árabes y el papel que podría jugar en ellas, según los principios señalados por el presidente norteamericano Jimmy Carter en su reciente gira por Oriente Próximo.

La negativa de Jordania a integrarse en los trabajos de la comisión política egipcio-israelí, abierta en Jerusalén, no constituye, según Argelia, una garantía suficiente para asegurar el apoyo de Hussein al «frente de rechazo» formado en la capital libia. Aunque la dinámica creada por Sadat parece haberse paralizado momentáneamente, el monarca jordano representa la parte más débil del muro de contención que tratan de erigir los enemigos de la iniciativa del presidente egipcio. De ahí los esfuerzos de la diplomacia argelina para hacer comprender a Hussein que la «autonomía» para la población palestina de Cisijordania ofrecida por Tel-Aviv es rechazada por la mayoría de los Gobiernos árabes.

De la larga serie de conciliábulos mantenidos por Bumedian con los principales dirigentes de Irak, Arabia Saudita, los dos Yemen, Kuwait y los emiratos árabes se esperan muy pocas cosas. En realidad, el «análisis detallado de los problemas del mundo árabe» del que hablan los argelinos no presupone ningún factor de solución para los problemas marginales que dividen la etnia árabe: las dos alas, iraquí y siria, del Baas siguen tan irreconciliables como durante la etapa más tirante del conflicto libanés.

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