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Andrés Segovia ingresó en la Academia de Bellas Artes

Pronunció un discurso sobre "La guitarra y yo"

«A los casi 85 años no se alojan ya en mi mente sino imágenes retrospectivas de mi vida.» Con estas palabras finalizó el guitarrista Andrés Segovia su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, leído el pasado domingo en la sede de la Real Academia de la Lengua, con asistencia de los reyes don Juan Carlos y doña Sofía.

En su discurso de ingreso, que versó sobre el tema La guitarra y yo, Andrés Segovia hizo un recorrido por su propia biografía acompañado de su inseparable instrumento musical. Previamente a la lectura ofreció un concierto de guitarra, con la interpretación de obras de Silvio Leopoldus Weiss, Bach y Villalobos.En la primera parte de su discurso, con referencia a la discusión de su nacimiento, aclaró como fecha de su nacimiento en Linares (Jaén) el 21 de febrero de 1893. «Hay en los diccionarios -dijo- varias versiones acerca del lugar y la fecha de mi nacimiento, pero no creo que los futuros arqueólogos de la música se encrespen en enconadas controversias para esclarecer este punto. Unos me hacen nacer en Granada, y ni que decir tiene que agradezco vivamente ese obsequio. Otros, en Jaén, y hasta apoyándose en mi apellido, me han hecho ver la luz en Segovia. Finalmente han dado en el clavo: soy hijo de Linares, lo que me enorgullece sobremanera. También hay discrepancia en cuanto a la fecha de mi nacimiento. Se ha publicado que he venido al mundo en 1882, y creo, sin vanagloria, que no aparento ser tan viejo.»

«Mi completo despertar a la belleza heterogénea de la música ocurrió cuando escuché por vez primera uno de los conciertos de orquesta que don Tomás Bretón solía dirigir en el palacio de Carlos V, de Granada. »

Andrés Segovia se detuvo en recordar su visita a Madrid en 1913 y su entrevista con Manuel Ramírez, luthier del Real Conservatorio y constructor de guitarras, cuya tienda y taller tenía en la calle de Arlabán. «Iba yo vestido con pantalón a rayas, chaqueta oscura, chaleco de terciopelo negro, abrochado hasta el cuello con botones de plata; zapatos negros con anchas hebillas, corbata en amplia cascada, sombrero de alas flexibles y en mi mano un recio garrote para defender mi facha que, en realidad, distaba mucho de la desapacible apariencia de un hippy de hoy"

«Cuando el buen Ramírez me echó la vista encima no pudo contener una sonrisa burlona. Hice la vista gorda y le dije muy serio: "Me envían a usted amigos comunes de Córdoba y Sevilla. Me llamo Andrés Segovia, voy a dar algunos conciertos en Madrid y mi guitarra, construida en Granada, no responde a mis exigencias. ¿Querría usted alquilarme la mejor que tuviese disponible". La respuesta a este entusiasmo fue la entrega gratuita de una guitarra.»

El resto de su discurso estuvo dedicado a sus encuentros y repercusiones de sus conciertos en países europeos, así como sus relaciones con diversos compositores, siendo uno de ellos, Federico Moreno Torroba, el encargado de contestar el discurso en nombre de la corporación. El acto finalizó con la entrega por don Juan Carlos del diploma y la imposición de la medalla de académico a Andrés Segovia.

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