Carta urgente a Tono
¿Qué diablos pasa este invierno, Tono querido, que os morís todos? Mal año para la lírica, que diría Brecht, si me permites distanciarme momentáneamente de la pena para escribirte en público. Porque sabrás por la presente, viejo maestro, viejo dios sabio y zumbón, dios entre las cacerolas y los tinteros, que de aquí a un rato y con los campanarios sobre mi fiebre, tengo que escribir sobre ti para dos periódicos, intentarte el dibujo póstumo (deberías hacértelo tú, para que fuese indeleble como un milagro), y si me da tiempo y no me muero también bajo la máquina, acudir a «Redacción de Noche» para decirles a los telespectadores que no interrumpan su sonrisa, por voluntad del finado, pero que se acaban de quedar un mucho huérfanos. Ya sé que a ti estas prisas te parecerán cosa de locos y que, si no fuese por educación, quizá me dijeses que tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas, quiero, amigo, que me digas, ¿son de alguna utilidad? Pues vete tú a saber, pero creo que es lo menos que uno puede hacer por un amigo altamente admirado, y te ruego no me entretengas poniéndome pegas. Ya vendrán luego los profesores y los embalsamadores a ampliarte el cupo en las enciclopedias, pero, de momento, quizá no esté de más decir a quien quiera oírlo que se ha muerto un hombre tan Ilustre que si llega a saber que va a ser motejado de tal guisa lo mismo va y no se muere. Así que, como te decía, no puedo llorar hasta dentro de un rato, para que no me salga prosa necrológica. Verás, Tono, hay que decirle a toda esa gente, nuestros hermanos y paisanos, que Tono de Lara fue un humorista inglés que para sí lo hubieran querido los británicos; que destiló una prosa, sin alambique alguno, que para sí la hubiesen querido los alquimistas; que dibujó como los propios ángeles de Leonardo cuando el maestro salía del taller y se ponían a hacer diabluras. En realidad, Tono, tú has sido un hombre de ese Renacimiento que nunca acabamos de tener por causas ajenas a nuestra voluntad. Tus inventos serán memorables cuando la Biblioteca Nacional descubra tus códices. Tus comedias devolverán la alegría a nuestros alicaídos escenarios cuando el teatro de este país reinvente el repertorio. Tu repertorio de dibujos debe ser editado y reeditado enseguida para que el mundo sepa hasta dónde puede llegar un español con un cartabón y una amapola cuando no le da la gana llegar con la punta de la espada. Porque espada y revólver nunca usaste, San Antonio de Lara; tus muertos siempre gozaron de la salud que tú les dabas y en tu munición humorística, certera, singular e inteligente como pocas, siempre incluiste un vale de resurrección.Querido Tono, maestro, amigo, resucites o no, siempre estarás en ese itinerario pudoroso y cordial que va del corazón a la cabeza. Saluda a Herreros y a Mihura y descansa en paz. No contestes esta carta, no me des las gracias, vete ya, hombre, ¿quieres no hacerme llorar?
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