"Dossier" crítico sobre la relación entre Iglesia y enseñanza
El Boletín del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados del distrito universitario de Madrid dedica su último número al tema Iglesia y enseñanza. El número se abre con la declaración que la junta de gobierno del Colegio hizo pública en el pasado mes de diciembre, con ocasión del acto celebrado en el Palacio de los Deportes de Madrid, patrocinado por la Federación Católica de Padres de Familia y Padres de Alumnos, e incluye, entre otros, trabajos firmados por Eloy Terrón, Valeriano Bozal, el escolapio Ramón Honorato, García-Hoz Rosales, así como una encuesta realizada entre personalidades católicas tales como José Gómez Caffarena, Miret Magdalena, Casiano Floristán, Álvarez Bolado y monseñor Iniesta.
Incluye también un suplemento que recoge los textos de los documentos últimos de la Conferencia Episcopal (declaración de la comisión permanente sobre los planteamientos actuales de la enseñanza), así como las declaraciones; de apoyo a la alternativa por parte de organizaciones cristianas, la serie de las últimas cartas cristianas que sobre el tema de la educación publicó recientemente el cardenal Tarancón en el semanario Iglesia en Madrid, y el documento de la Federación Católica de Padres.Todo el Boletín constituye un denso y amplio dossier sobre la relación entre la enseñanza y la Iglesia, de absoluta actualidad, que pone al alcance de los interesados por el tema una interesante y variada documentación.
El sentido e intención de este número extraordinario del Boletín del Colegio de Licenciados puede quedar suficientemente explicado en el editorial del mismo, en el que, con el título Hacer de la polémica un debate, se admite que «la alternativa para la enseñanza presentaba, como todo documento inicial y general, lagunas, ofrecía algunas ambigüedades, tenía muchos puntos sin desarrollar», pero constituía fundamentalmente una invitación para un gran debate sobre la enseñanza a nivel del Estado, que, si bien fue recogida por miles de trabajadores de la enseñanza que con sus aportaciones contribuyeron a un enriquecimiento y delimitación del concepto eje de la alternativa, la nueva escuela pública, señala el editorial, que, no obstante, «hubo otros sectores que rechazaron la invitación y rechazaron la alternativa. Iniciaron un proceso de intenciones y se negaron a entrar en un verdadero debate. Convirtieron los problemas educativos en armas arrojadizas y sustituyeron la argumentación por el objetivo, cuando no el puro y simple insulto. Estaban en un derecho y son libres de hacerlo, pero también tienen la obligación de asumir las responsabilidades por los resultados que de ello se derivan. Si verdaderamente no se desea una "guerra religiosa" no hay que crear un clima propicio para ella.
Más adelante se dice que «no se le oculta a nadie que desde el primer momento una serie de organizaciones confesionales rechazaron la invitación de la alternativa, adoptaron una posición beligerante, declararon aprobados documentos nunca sometidos a votación y deliberación previa, recurrieron a los actos tumultuarios -que tuvieron su primer momento en la casa sindical hace tres años, y el último, recientemente, en el Palacio de los Deportes de Madrid- y "manipularon" a los padres de los alumnos y la opinión pública. Tampoco se le oculta a nadie que esta actitud era esperada en organizaciones y personas que durante los años de la dictadura habían hecho del autoritarismo y la manipulación sus normas de comportamiento».
Termina el editorial señalando: «Creemos que existe una multitud de católicos que desean una libertad de enseñanza real, que desean intervenir en la gestión de los centros y que, a la vez, son conscientes de la urgente necesidad de terminar con las discriminaciones y privilegios, con la enseñanza doctrinaria e ideológica, con la manipulación de las conciencias... Y porque creemos que existen tales católicos, nos parece necesario analizar con la mayor profundidad posible, sin arreglos ni componendas, las cuestiones teóricas y los problemas prácticos concretos que una efectiva libertad de enseñanza plantea.»
Sobre el futuro que quizá pueda esperar a los centros de la enseñanza privada, Eloy Terrón, actual presidente del Colegio de Doctores y Licenciados, dice en su artículo, titulado La Iglesia y la enseñanza, que «sólo podrán sobrevivir unos pocos colegios cuya clientela no repare en gastos; es decir, una minoría insignificante de familias que no quiere que sus hijos se mezclen con los hijos de comerciantes y clase media. Es posible que entre estos colegios sobrevivan algunos de las órdenes religiosas, pero los demás llevarán una vida lánguida durante algunos años, terminando por pasar a manos del Estado.
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