El doctor Barraquer, no desveló los motivos de su secuestro
El doctor José Ignacio Barraquer protagonizó ayer en Barcelona una rueda de prensa en la que no despejó las grandes incógnitas existentes con relación a su secuestro y posterior liberación. Como se informó, el conocido oftalmólogo fue liberado el pasado día 28 de diciembre, después de diecisiete días de cautiverio en manos de unos secuestradores. Los hechos ocurrieron en Colombia, país donde reside desde 1953.
El ex secuestrado no respondió con claridad a las dos preguntas claves: naturaleza política o común del secuestro e importe del rescate pagado. Tampoco explicó claramente la razón de su rápida venida a Barcelona, en unos momentos en que la justicia colombiana efectúa investigaciones para el esclarecimiento del caso.En las respuestas del doctor Barraquer estaban claramente presentes diversas contradicciones que fueron observadas por los asistentes a la rueda de prensa. Así, resultó que los autores del secuestro eran «de clase social baja», pero en cambio leían, al igual que el doctor Barraquer, libros de arqueología y de Gabriel García Márquez.
El ex secuestrado narró las circunstancias de su cautiverio, precisando que «no podría reconocer a ninguno de los secuestradores», quienes iban encapuchados en todo momento. Tampoco pudo precisar la zona donde estuvo detenido durante los diecisiete días, ni la distancia que mediaba entre el lugar de la detención y el de su cautiverio. Pudo afirmar, no obstante, que todos los secuestradores eran hombres.
«El gran riesgo en que se encuentra todo secuestrado -afirmó el doctor Barraquer- consiste en que le encuentre a uno la policía. Si le encuentra, los secuestradores le matan.»
Ante las preguntas de los periodistas referentes al pago de un rescate, el doctor Barraquer evitó toda contestación precisa. Fue su cuñado quien afirmó: «Se ha pagado una cantidad pero no sabemos quién la pagó (sic)». El mismo familiar afirmó que «se habló de siete millones de pesos colombianos, equivalentes a catorce millones de pesetas».
Más adelante el doctor Barraquer y sus familiares precisaron que el importe del rescate «lo han pagado clientes del doctor Barraquer», mientras afirmaban que el secuestro del conocido oftalmólogo había producido malestar entre todo tipo de enfermos y que éstos probablemente habían «presionado incluso sobre los familiares de los secuestradores».
El doctor Barraquer no se refirió críticamente a los secuestradores. Afirmó, en cambio, que las relaciones con ellos «fueron buenas». Precisó que «parece que se trataba de una organización grande». Tuvo, pues, posibilidad de conocer o intuir la importancia de la organización, pero no su naturaleza criminal, de carácter político o común.
Repetidamente preguntado sobre esta disyuntiva, el doctor Barraquer manifestó: «No tengo elementos de juicio para saber si eran políticos o no.»
El doctor Barraquer afirmó que «la alimentación era adecuada», que podía oír la radio y que todo el tiempo del cautiverio lo pasó en una misma habitación. No supo precisar si se trataba de una residencia urbana o rural. Manifestó que en Colombia sólo el 10% de los secuestros terminan con la muerte del secuestrado, hecho que le llevó a no temer por su vida. Afirmó que el pasado año habían tenido efecto en Colombia 83 u 84 secuestros, de los cuales terminaron mal ocho o nueve.
El doctor Barraquer manifestó que pudo oír a un sobrino suyo por la radio. Con relación a las circunstancias concretas del secuestro manifestó que éste tuvo efecto al salir de una reunión científica. Fue entonces cuando un jeep obstruyó la calle por la que circulaba. Dos personas le encañonaron y le colocaron en la parte posterior del automóvil, ordenándole que bajara la cabeza. A continuación le colocaron una capucha. Inmediatamente fue trasladado a la habitación donde permaneció diecisiete días.
El doctor Barraquer afirmó que «cuando le dejan solo, el secuestrado se acuerda tan sólo de las oraciones básicas (padrenuestro, avemaría), pero de poca cosa más».
El secuestro del doctor José Ignacio Bárraquer es el primero que afecta, en Colombia, a un profesional no directamente vinculado a la oligarquía colombiana. Por ello habría sido del mayor interés conocer con mayor alcance la naturaleza del secuestro de que fue víctima el conocido oftalmólogo catalán. Las declaraciones del ex secuestrado no ayudan por el momento a formarse una idea precisa de los hechos. Son más las incógnitas que las certezas. La dimensión de alguna de estas incógnitas permite honestamente presumir que no todo, el mundo dice todo lo que sabe. En el orden moral, el problema está en saber si ésta es la mejor actitud cara a evitar que se produzcan nuevos hechos criminales de este tipo. En definitiva, que cada cual obre según su ciencia y su conciencia.
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