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Subsisten las posibilidades de una paz por separado entre Egipto e Israel

Pese a los desmentidos oficiales de Anuar el Sadat y de Menahem Begin, la posibilidad de una paz por separado entre Egipto e Israel no ha desaparecido, ni mucho menos, de Oriente Próximo.Según los medios diplomáticos de Jerusalén, tal perspectiva se asienta, en primer término, en el boicot permanente impuesto a las negociaciones entre ambos por las otras partes interesadas, lo que favorece el entendimiento egipcio-israelí, y crea un terreno propicio para su desarrollo.

Al mismo tiempo, Israel no parece desear nada mejor, a pesar de las protestas en contra de El Cairo, que firmar una paz por separado con Egipto. El ministro israelí de Asuntos Exteriores, Moshe Dayan, lo ha admitido muchas veces públicamente.

En cuanto al presidente Sadat, es verdad que se ha opuesto, en principio a esa solución, no sólo porque le repugna sinceramente abandonar a los palestinos, sino también porque teme perder el respaldo financiero de los países árabes productores de petróleo, sobre todo de Arabia Saudita y de Kuwait. Sin embargo, una paz por separado reduciría mucho sus gastos militares y, en consecuencia, su dependencia de Arabia Saudita. Además, una nueva era de paz le permitiría obtener con más facilidad en Occidente los fondos necesarios para la transformación y desarrollo de la economía egipcia.

Finalmente, conviene tener en cuenta que el orgullo nacional de Egipto ha sido herido por los ataques virulentos que le han dirigido los demás países árabes, tanto al rais como a la nación. Así, el ciudadano egipcio comienza a sentirse, poco a poco, más egipcio que árabe.

Por estas razones, indican los sectores políticos israelíes, Sadat podría colocar los intereses nacionales egipcios por encima de la solidaridad árabe. En ese aspecto, el presidente no aceptaría, probablemente, un tratado formal de paz con Israel, pero sí un acuerdo de no beligerancia. Semejante fórmula, que pondría fin, jurídicamente, al estado de guerra entre los dos países, constituye -según indican los propios colaboradores de Dayan- «un objetivo

mucho más realista que una paz global» en las circunstancias actuales. Puede satisfacer también, en definitiva, las aspiraciones fundamentales de Israel, que consisten en poner fin a la guerra, puesto que sin Egipto el mundo árabe se encontrará paralizado en su lucha contra el Estado hebreo. Se evitaría a la vez el peligro de asimilación, e incluso de disolución de la identidad judía en la marea árabe, peligro que casi inevitablemente se cerniría sobre Israel con la instauración de una paz global en Oriente Próximo.

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