El Pescaílla
Se ha casado la hija natural de Antonio González «el Pescaílla», señor de Lola Flores, y la racial y el marido han asistido a la boda, y Lola nos cuenta por los dedos que su marido tiene además un hijo natural, y luego se han metido en una fiesta de tres días, hele, para celebrarlo, qué ejemplo para la burguesía, qué ejemplo.Esa burguesía invocada y halagada por Arellza en su conferencia del Club Siglo XXI. ¿Se han fijado ustedes que Motrico va transubstanciándose en una especie de De Gaulle sin quepis y con la grandeur bajo la americana cruzada? Esa burguesía que todavía ancia en pleitos con la cosa del divorcio canónino y el otro. Mabel Pérez Serrano se ha reunido con doce de las suyas ayer mismo. Un hijo de los "Martínez Emperador me cuenta la lucha divorcista que él y su madre llevan contra el padre y contra el juez eclesiástico, y me entrega fotocopia de una carta de criada donde se denuncian abusos de cura contra la moza:
-Y Tarancón está al tanto. Pero no dice nada.
Yo no entro ni salgo en el folletín. Soy, como prosista, posterior a Ortega y Frías y anterior a la señora Francis. Pero mientras la burguesía lucha penosamente por el divorcio, que es un matrimonio a la inversa, otra imposición de nuestros mayores en edad, dignidad y Constitución, he aquí que el pueblo, el puro y mero pueblo, estos andaluces hondos, los Pescaílla y los Flores, nos dan el ejemplo de libertad como nos lo ha dado más cínicamente la aristocracia, con su joseantoniano magisterio de costumbres, y el matrimonio formal va a la boda de la hija informal y se enredan todos en una juerga familiar e intransitable de tres días. Y no tienen novio, porque todos son ya novios de todas.
¿Se imaginan ustedes a una familia burguesa del barrio de Salamanca -que se ha convertido, por cierto, en la zona campamental e inhabitable de los ultras callejeros- yendo a Los Jerónimos todos juntos y revueltos, enredados los hijos naturales con los otros. las barraganas con las legítimas y las mancebas con los mancebos? Imposible. Y no porque en la burguesía no haya de todo eso, sino porque el hombre, como me dijera Sartre en Eslava, por hablar de algo mientras nos aburríamos viendo Las manos sucias, el hombre es un compromiso burgués:
-Mon petit, el hombre es un compromiso burgués.
La aristocracia por arriba, y el pueblo por abajo se han salvado siempre, cada cual a su manera, de esos prejuicios canónicos y respetos humanos que atormentan a los burgueses y llenan de folletín sus vidas, para que luego puedan venir Galdós o Delibes a observarlas y contarlas. María José Prendes, tan bella, va a cantar unas, letras mías. Una dé ellas, Los cuerpos, trata de eso, de la libertad del cuerpo. Guillermina Mota también me pide unas letras. Le serviré más de lo mismo, pero en catalán. Va a venir un señor de una editorial a preguntarme cosas sobre el sexo para una enciclopedia ilustrada y a plazos. Le pienso colocar el mismo enrolle. Anoche estuve en el fallo de los premios Sésamo, tertulia siempre grata. Allí estaban las existencia listas madrileñas de los cuarenta, con treinta años más. Si una se descuida, se le pasa el existencialismo y la juventud sin que la Constitución le haya reconocido sus derechos. Peridis presenta su imprescindible libro sobre los políticos. Los políticos se cogen la Constitución con papel de fumar a la hora de tratar el divorcio, el adulterio, el aborto, los anticonceptivos y demás temas de ingle.
Alfaguara, que lo está haciendo divino, saca los Trópicos, de Henry Miller. A Miller le pidieron, en secreto, un ejemplar dedicado para el alcalde de Nueva York, en la puritana América, y luego otro para el secretario de Estado, y luego otro para el presidente, siempre en secreto.
-El próximo supongo que será para el Papa- dijo Miller.
Pobres sociedades burguesas, compuestas de medios seres borrados de cintura para abajo. Qué estrepitoso ejemplo nos dan hoy los señores de Pescaílla con su boda liberal y flamenca, que borra distinciones entre hijos naturales e hijos de póliza. Yo, que tengo escrito hasta un libro sobre esta familia, me anudo hoy la camisa sobre el ombligo y me entro, como en una hoguera, en esa fiesta familiar y gitana donde arde el amor de los seres naturales y la burla de los compromisos burgueses. Hele.
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