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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La Institución Libre de Enseñanza y la masonería

En el número del periódico de su digna dirección correspondiente al día 29 de mes pasado, aparece un artículo en el que se dice textualmente que «la Institución Libre de enseñanza nació de una idea masónica, aunque muchos de los que pasaron por ella no fueron nunca masones». Esta afirmación es inexacta y se presta a malentendidos que me importa rectificar, en la creencia de que también interpreto el sentir de, la Fundación Francisco Giner de los Ríos, máxima autoridad en cuanto a la Institución se refiere.

Ajustándome a la más estricta verdad histórica, tengo que afirmar lo que sigue:

Primero: La idea que serviría de base a la Institución Libre de Enseñanza, no surgió de ninguna inspiración masónica, en absoluto. Respondía al espíritu liberal de la época, muy concretamente a las circunstancias que afectaban a la Universidad entonces, y quedó claramente definida en sus Estatutos y a la cabecera de su Boletín, en donde puede leerse que «La Institución Libre de Enseñanza es completamente ajena a todo espíritu e interés de comunión religiosa, escuela filosófica o partido político; proclamando tan sólo el principio de la libertad e inviolabilidad de la ciencia, y de la consiguiente independencia de su indagación y exposición respecto de cualquier otra autoridad que la de la propia conciencia del profesor, único responsable de sus doctrinas. »

Esta declaración fue respetada en todo momento y excluye cualquier posible influjo de la autoridad, el espíritu o el interés masónico.

Segundo: La Institución fue autorizada por real orden de 16 de agosto de 1876 y todo lo que se acordaba en sus juntas está publicado en los números correspondientes del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, su órgano de expresión, sujeto a todas las disposiciones legales, incluso a la censura oficial, cuando la había.

Tercero: Para realizar mis trabajos acerca de la Institución, amén de otras fuentes, he tenido que manejar los fondos de la Fundación Francisco Giner de los Ríos, con generosidad puestos a mi disposición y, entre los miles de cartas y de otros documentos -algunos íntimos y confidenciales-, que lo componen, y han pasado ante mis ojos, no he visto ninguno del que pueda, ni remotamente, deducirse relación alguna entre la Instítución y la masonería. Cuarto: Delante de mí, afirmó, una vez, don Manuel Bartolomé Cossío, que ni don Francisco ni él habían sido masones. A lo que puedo añadir que los institucionalistas afiliados a la masonería fue ron pocos, aunque algunos muy notables por su personalidad política. Por el contrario, eran muchísimos más los ajenos a toda sociedad secreta: librepensadores, católicos, algunos protestantes, republicanos y monárquicos, socia listas y conservadores... lo que da cabal idea de la amplitud de criterios que era norma en aquella casa, precisamente por ser abierta y liberal.

Quinto: La sola vez que la masonería quiso manipular a la Ia institución -que yo sepa-, fue con motivo del sonado proceso que siguió a la semana trágica de Barcelona, en 1909. El doctor Simarro, grado muy importante dentro de la orden, ofreció un legado a la Institución, se se adhería a la campaña internacional que se había montado en favor de Ferrer.

Don Francisco y Cossío, se negaron rotundamente, pese a que su postura personal era favorable al acusado, pues estimaban que el proceso no contaba con las garantías suficientes.

Creo que lo escrito basta para rectificar el artículo de EL PAIS; pero si las personas que han hecho las declaraciones que inotivan esta carta, poseen algún dato concreto y comprobable que, de un modo u otro, relaciones a la Institución y a la masonería, yo, personalmente, agradeceré que lo publiquen para poder completar la información que sirve de base a mi trabajo histórico.

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