Las causas
Catedrático de la Universidad de ValenciaNuestra Universidad es una institución átona. Sin pulso ni acento. Aunque evidentemente no está muerta, arrastra lánguidamente su existencia. Con parcelas que furicionan y con otras que no son ni siquiera universitarias está muy lej os de desempeñar adecuadamente sus funciones de forma colectiva. Lo que no significa que no haya en ella personas y aun secciones o departamentos que funcionen correctamente, e incluso por encima de lo que cabría esperar, dados los problemas, los acontecimientos y las presiones que ha sufrido.
Lo que sigue son unas consideraciones críticas globales. Formuladas a la institución universitaria en su conjunto. Pero a nadie en particular. Consideraciones formuladas enjuiciando a la Universidad que es hoy, desde la perspectiva de la Universidad que debe ser, desde una preocupación exigente que (fruto de la observación preocupada y del análisis a lo largo de más de veinticinco años de vida universitaria) me ha procurado ya una conclusión: sus graves problemas no son sólo el resultado de falta de medios económicos, de instalaciones y de buenos profesores, aunque falten y mucho, ni sólo remediables con medios económicos. No es tampoco sólo un problema de masificación de alumnos. Ni siquiera remediable un proyecto burocrático de autonomía.
La Universidad española, en general, salvadas todas las excepciones que lo merezcan, está átona porque ha perdido el sentido de su función y la ilusión colectiva en su tarea específica y en su proyección social. Nuestra Universidad ha perdido su conciencia de institución: no es ya un conjunto de personas y medios unidos para la realización de objetivos comunes, superiores a los intereses y a las aspiraciones de cada uno de sus miembros y estamentos, fuertemente sentidos por todos sus miembros. Es un cuerpo vivo, pero inorgánico, con necrosis parciales y con fuertes frustraciones colectivas bastante generales.
Pienso que incluso no posee el profundo sentido crítico que debe caracterizar la misión intelectual de la Universidad.Tan graves y profundos problemas la aquejan, que no pueden remediarlos ni nuevas leyes, ni proyectos de autonomía realizados desde Madrid con consultas mediante encuestas, que ni siquieran encontrarán el ánimo ni el entusiasmo para contestarlas.
Mas a cualquier universitario responsable no debe bastarle esta constatación. Triste constatación. Debe remontar el análisis de tales problemas con una cierta perspectiva: al menos la que procuran los últimos cuarenta años.
Autocrítica colectiva
No debe bastamos la constatación de la crisis ni la esperanza en una reforma desde arriba. Pienso que a la Universidad sólo puede devolverle el sentido de su misión un largo proceso de autocrítica colectiva. En la que participen todos: profesores, alumnos y personal no docente. Sin temores, limitaciones ni condicionamientos previos. En el que el papel escrito de la encuesta sea sustituido por el debate oral y abierto. No desde arriba hacia abajo, sino desde abajo hacia arriba. 0 sea desde la Universidad, todas las universidades hacia el Ministerio. Quisiera iniciar individualmente esa autocrítica.
Las causas que nos han conducido a ésta átona Universidad son antiguas y complejas. Su conocimiento y debate pueden conducimos a los remedios escritos y legislados. Pero a posteriori. Más que esperar en una reforma desde Madrid, que no encontrará eco alguno, es necesario despertar el clima que exya las soluciones legales. Para ello es necesario el debate.
Es por ello necesario iniciar el análisis crítico de las viejas causas de la actual atonía. Estas causas pueden agruparse en círculos concretos.
Unas causas de la crisis provienen de la política del Estado en los últimos años, durante los cua les deliberada y sistemáticarnente éste ha buscado y, en alguna me dida conseguido, someter a la Universidad al poder gubernativo, lo cual es la antítesis de la Uni versidad. Para lograrlo así ha re currido a variados procedírnientos, entre los que cabe resaltar:
1.La supresión de toda autonomía académica, científica, investigadora, administrativa y financiera, que fue sustituida por un total centralismo burocrático, que ha resultado asfixiante para la vida intelectual de la Universidad.
2. La inexistencia de las liberta.des internas y externas a la Universidad, las que son esenciales para su correcto funcionamiento. La Universidad se ha asfixiado por falta de libertad. Recordemos sólo las de puraciones de profesores y de alumnos y los graves efectos reflejos institucinales que crearon.
3. La inexistencia de una verdadera y real representación democrática (de profesores, alumnos y personal no docente) en los órganos de gobierno de la Universidad, con el adecuado equilibrio y participación de los diversos estamentos en el gobierno de la Universidad y de las facultades.Cuando tímidamente se inició, fue rápidamente sustituida por juntas de directores de departamento, sumisarriente aceptados por éstos, con alguna honrosa excepción.
4.La inexistencia de una verdadera y real inserción de la Universidad en la sociedad que la integra y circunda, y a la que aquélla se debe, como efecto todo ello de un intenso centralismo bu-, rocrático y de una gran sumisión (en casi todos los terrenos, cuerpos y estamentos universitarios) a las presiones de la política gubernamental. Lo cual desvinculó a la Universidad y creó en sus profesores un clima de falta. de, compenetración y de responsabilidad con la región de su contorno.'Se respondía, en el peor de los casos, ante el Ministerio de Educación y i basta!
5. Problemas recierites -afortunadamente desaparecidos-, pero cuyos efectos perduran, que fueron provocados por el miedo o el temor a la sanción burocrática y gubernamental, sentido especialmente en el estamento docente más liberal, más crítico y renovador por la represión, sufrida por aquellos que se arriesgaron a la crítica o a la protesta.y, muy especialmente, también sentida en los últimos años en ciertos ambientes estudiantiles ante las represiones pasadas. Ello creó un profesorado «acomodaticio» y falto de iniciativaspara la reforma de la Universidad, que poco a poco se convertía en una oficina expendedora de clases y de títulos.
6. La inexistencia de una política económica dirigida a dotar a la Universidad de los indispensables medios materiales y financieros que la han'sumido durante años en una gravísima situación de penuria. Pese a las crecientes dotaciones, su insuficiencia y su. antidemocrática administración fueron, y en parte aún son, penosas.
Múltiples efectos
Otras causas de los actuales problemas universitários proceden o afectan al profesorado en general y se concretan en múltiples efectos,entre los que cabe mencionar:
-Los problemas de los profesores numerarios incluidos en cuerpos o estamentos a veces excesivamente cerrados a los indispensables estímulos intelectuales y durante muchos años sometidos a una grave explotación vocacional y económica. Lo cual produjo, junto a las causas anteriores, graves problemas para la captación universitaria de las mejores inteligencias.
-Los problemas de los profesores no numerarios, sometidos, en ocasiones, no sólo a una situación de explotación económica, sino, lo que es quizá más grave, a la creciente realización de excesivas tareas docentes no lo suficientemente formativas para quienes antes de dedicarse a enseñar deben estudiar, investigar y formarse más y mejor en silencio. La captación de este profesorado, a veces sin las debidas garantías intelectuales, y sus posteriores reivindicaciones han agravado el problema.
-Los problemas provocados por la penuria de las retribuciones económicas que han convertido -hasta hace muy poco tiempo- al profesor univer sitario español en un profesio nal angustiado por sus propios problemas económicos, cuya solución había que buscar fuera de la Universidad, lo cual agrabava su competencia, hacía difícil su dedicación y debilitaba su «independencia» intelectual. Durante muchos años el profesor era un servidor del Estado mal pagado y mal tratado, lo que pro dujo una explotación vocacional insoportable para una institución. Casi resuelto el problema, al menos para los profesores nume rarios, la Universidad sufre aún sus efectos. Otros problemas universitarios incidían en la Universidad desde la propia sociedad circundante, o se proyectaban sobre aquélla desde ésta. Así los siguientes:
El pretendido clasismo de la Universidad, que no es más que un efecto del clasismo de la sociedad o del sistema social dominante, que impone el predominio de una clase sobre otra, y no. porque la Universidad, como institución, sea por sí sola clasista. Si lo es, lo será como efecto del clasismo, que le impone la sociedad que la rodea. Se concreta ello en una escasísima proporción de hijos de obreros en la Universidad y en un excesivo clima de falta de autoexigencia en el trabajo de todos. Faltan -en la debida proporción- los estímulos intemos para el trabajo, sobran «señoritos» en ella y existe una total ausencia de responsabilidades cuando se incumple -el deber docente o discente. La irresponsabilidad de la burguesía española se proyecta así en la Universidad.
Problemas que provienen de una excesiva mediocridad media de la sociedad española en lo intelectual, ni exigente ni gratificante, que fue efecto de la despoblación de inteligencias producida por la guerra civil, por la posterior emigración de nuestro profesorado y, fundamentalmente, por la ausencia de una verdadera política de fomento y ayuda a la inteligencia, a los intelectuales y a la cultura españolas.
Todo ello, más una total falta de ayuda, de estímulo y de exigencia de la sociedad sobre la Universidad, provocó la degradación de los niveles de calidad y de intensidad de la enseñanza en todos los niveles, lo que ha provocado y continúa provocando graves efectos secundarios, tanto en el estamento docente como en el discente, y que son causa de tensiones, de insatisfacción y de descontento.
Problemas generados por una profunda inadecuación entre los planes de estudio y las reales necesidades de investigación técnica y social de nuestra sociedad; y la investigación (escasa y modesta en términos absolutos, aunque más importante de lo que cabría esperar en términos relativos) que se practica en nuestra Universidad, agrava no sólo la debilidad de, su función, sino que priva de ayuda a la propia técnica y tecnología españolas, que soportan una pesada y costosa dependencia de. la ciencia y de la tecnología extranjeras.
Todos estos problemas y las causas que los generan determinan que nuestra Universidad no sea hoy ni un eficaz centro de estudio, ni un eficaz centro de verdadera investigación, ni un potente centro de creación y transmisión de cultura, ni siquiera un centro de eficiente y profunda formación profesional. Todo lo cual -sería injusto afirmar otra cosa- no significa que en nuestra Universidad no se realicen estas tareas, sino que se realicen mal, a medias, o en medida insuficiente. En definitiva, nuestra Universidad no funciona ni produce como lo necesita, cada vez más, la sociedad española. Y, sobre todo, la Universidad opera y trabaja desorientada, a bandazos e irreflexivamente. Sin pulso ni acento, carente de claridad y de conciencia en sus funciones.
Más la Universidad ha sufrido, además, los efectos de una política desarrollista y masificadora nefasta. Nuestras facultades están llenas de estudiantes que a ellas llegan mal preparados y desorientados, sin una correcta selección y orientación previas. Y nuestras calles empiezan a estar llenas de jóvenes licenciados (de Filosofia y Letras, de Ciencias, de Económicas, etcétera) en grave paro. Se ha practicado una política consumista, por la que se pre sentaba como un logro político y social el incremento estadístico del número de universitarios de facultades y escuelas universita rias. La política de las realizaciones del pasado régimen aplicada a la Universidad ha sido nefasta.
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