Keith Atchepohl
Cierta imprudencia parece invitarnos a prestar atención exclusiva a un determinado número de nombres cuyo quehacer quisiéramos creer que engloba a la pintura toda. Sin embargo, ¿quién lo duda?, no conocemos sino límites, parcelas de aquello que, aun enmarcándonos sólo en nuestra contemporaneidad, en la pintura se realiza. Aún más, no siempre la pintura o, mejor, la exactitud de sus logros se encuentra sólo en los nombres antes mencionados, ni siquiera en todos sus cuadros, sólo en algunos, en los escogidos, ellos son quienes lo califican.En otras ocasiones, pintores que no consideraríamos como pertenecientes al círculo citado, parecen en algunas de sus obras, en las escogidas, realmente tocados por la mano de la pintura; el resultado no es perfecto, sin embargo, su naturaleza, a quien disfrute con la pintura, le hará, sin duda, gozar.
Keith Atchepohl
Galería Grupo 15. Madrid.
El caso de Keith Atchepohl podría ser considerado entre estos últimos. Su labor, aun cuando no presente ninguna innovación, está realizada con verdadera perfección técnica - lo que, quiérase o no, genera una sensibilidad cierta- para los colores, para sus juegos. En sus dibujos late, ocasionalmente, un aire de posibilidades, de puertas entreabiertas que, lamentablemente, no terminan nunca por girar libremente en sus goznes.
Curiosamente, si un perfecto dominio técnico del dibujo es, posiblemente, quien genera los hallazgos que menciono, es un exceso del mismo -Keith Achepohl es profesor de Bellas Aries y, especialmente, profesor de Litografía, en la Universidad de Iowa-, el que ocasiona la frialdad y la ausencia casi total de latencia en las litografías ahora expuestas.
Si comencé hablando de pintura, nada mejor que volver a ella al terminar; la pintura no tiene pérdida ni beneficio en aventuras que, aparentemente al menos, no tendrán muy larga andadura. Los que aman mirar la pintura, que no siempre se corresponden con quienes la escriben, se gozan, tal vez con intensidad reducida, aun con las más diminutas sagas.
Babelia
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