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El PSOE no quiere socavar la economía de mercado

El Partido Socialista Obrero Español -PSOE- ha variado su estrategia con respecto al empresariado, iniciando frecuentes contactos con representantes de distintos sectores, ya que los socialistas no pretenden socavar los fundamentos de la economía de mercado. «La economía de mercado ni la defendemos, ni la atacamos, simplemente la aceptamos», dijo ayer el secretario general del Partido Socialista Obrero Español, Felipe González, en el curso de un almuerzo con la Agrupación de Periodistas de Información Económica (APIE).

En sus alusiones al ataque frontal que el empresariado dirige en estos momentos contra el Gobierno, el secretario general del PSOE lamentó que no vaya acompañado de una auténtica alternativa al plan económico Fuentes Quintana, base y fundamento del pacto de la Moncloa, y se limite a un intento de descalificar, no siempre razonadamente, las medidas acordadas entre la Oposición y el Gabinete Suárez.Insistiendo en el ámbito empresarial, Felipe González dijo que, obviamente, si los socialistas acceden en un futuro, más o menos mediato, al Gobierno, negociarán con todas aquellas fuerzas entre las que es previsible no cuenten con un amplio consenso; incluidos, por supuesto, los empresarios. «Pero no les pediremos permiso para gobernar», señaló el líder socialista, comentando las reticencias que su eventual acceso al poder despertaba en determinados sectores empresariales. El secretario general del PSOE se mostró favorable a la idea de tranquilizar al empresariado, aunque sin olvidar hacer lo propio con el trabajador «que lleva más años intranquilo». Los empresarios -dijo más adelante- nos piden un comportamiento al estilo noreuropeo y nosotros pedimos lo mismo y, sobre todo, que dejen de tener un comportamiento carpetovetónico.

Analizando la aplicación del pacto de la Moncloa, llevado a la práctica unilateralmente por el Gobierno, el secretario general del PSOE estimó que la tan debatida retroactividad había sido mal concebida por el Gabinete, aunque reconoció que constituía un tema complejo, ya que no podía eximirse de las obligaciones y compromisos del pacto a un 50 % aproximado de los trabajadores españoles, que estaban incluidos en los convenios ya firmados en 1977 y que contemplaban elevaciones salariales por encima de las pactadas en la Moncloa. También denunció el incumplimiento de algunos preceptos, como es el caso del reparto al 50 % de los impuestos, entre directos e indirectos, no contemplado en la elaboración del presupuesto, la insuficiente dotación de viviendas y la falta de presión fiscal, cuyo grado no había llegado a los puntos acordados.

Un Gobierno socialista mantendría el pacto

-Sin embargo, Felipe González insistió en la necesidad de mantener el cumplimiento del pacto. «Si nosotros alcanzáramos el poder antes del 31 de diciembre de 1978 -fecha en que expira el acuerdo-, mantendríamos su estricto cumplimiento, aunque con el margen de interpretación lógico para el ejecutivo, y que sería diferente al que aplica la UCD.» Estos acuerdos -aseguró más adelante- serán cumplidos por las centrales sindicales, incluida UGT, aunque en el caso de ésta resultará más difícil a niveles de discusión de lo que pueda serlo en otras centrales, cuya estructura difiere de la Unión General de Trabajadores. «He quemado ya muchas horas en convencer a mis compañeros de ejecutiva de la necesidad del pacto y temo serán necesarias muchas más.» Felipe González estima que los trabajadores mantienen una postura mucho menos agresiva de lo que en ocasiones se quiere argumentar y, aunque algunos de los puntos del plan económico no sean aceptables para la clase trabajadora, las centrales han asumido la necesidad y conveniencia del plan en que se basa el pacto de la Moncloa.

El secretario general del PSOE se refirió también a los frutos de su viaje a Estados Unidos, desmintiendo que hubiera mantenido contactos directos con banqueros o que hubiera negociado algún tipo de inversiones en España, como en algunos medios se había asegurado. Ampliando el tema de las relaciones internacionales, se mostró abiertamente escéptico frente a la posibilidad de que pudieran intensificarse los apoyos internacionales a España, a no ser que se concibieran como operaciones a nivel de Estado.

Finalmente, el secretario general del PSOE reconoció que su partido carece en estos momentos de cuadros para acometer las tareas de gobierno, pero no en mayor medida que cualquiera de los restantes grupos del espectro político español. Consideró que los socialistas cuentan con una opción de política económica clara y que cuando accedan al poder estarán en condiciones de contar con la infraestructura adecuada para materializaría. Descartó en este sentido un choque frontal con el esquema de la Administración española, toda vez que numerosos estamentos y cuadros del aparato estatal votaron socialista en las elecciones parlamentarias del pasado 15 de junio.

Al término del almuerzo, horas antes de su entrevista con el presidente Suárez, Felipe González señaló que era su intención exponer al primer ministro la grave situación que puede generar la normativa sindical aprobada ayer por el Gobierno que, pretendiendo cumplir las aspiraciones de todos, es solamente una solución salomónica que contribuirá notablemente a enrarecer la atmósfera sindical en las empresas.

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