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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Debilidad argumental

Desde que hace diez años La semilla del diablo, de Polanski, o más recientemente El exorcista, de William Friedkin, pusieran de moda el cine de temática paranormal, hemos sufrido una auténtica invasión de secuelas e imitaciones del más dudoso interés. Toda esta serie de filmes con posesiones, reencarnaciones, etcétera, son más una renovación de mitos, de modas, que una renovación del género fantástico que se diría, más bien, estancado y en decadencia.Las dos vidas de Audrey Rose es la historia de un caso de posesión. Tras fallecer en un accidente, una niña se reencama en otra que nace dos minutos más tarde. ¿En qué se entretuvo el alma de Audrey Rose durante ese corto espacio de tiempo? No lo sabremos. El caso es que el conflicto entre las dos personalidades que habitan el cuerpo de la niña no se manifiesta hasta que ésta tiene diez años, porque al guionista le da la ganá. Este, el señor Frank de Felitta, dice que su película está basada en acontecimientos reales. Puede que sea verdad. Como también es verdad que el guión que ha escrito es malísinio. La historia está llena de huecos, de lagunas lógicas imperdonables y así, todo se derrumba como un castillo de naipes y, después de la primera media hora, la película pierde todo el interés.

Las dos vidas de Audrey Rose (Audrey y Rose)

Guión de Frank de Felitta, basado en su propia novela. Dirigida por Robert Wise. Folosofía de VictorJ. Kemper. Músíca de Michael Small. Intérpretes: Marsha Mason, Anthony Hopkins, John Beck y Susan Swift._ Norteamericana, 1976. Local de estreno: Capitol.

La debilidad argumental de esta película hace pensar en La profecía, que también adolecía de notables fallos de construcción. Uno de los pocos atractivos de esta serie de películas es su dosis de terror. Pero ahora resulta que, además de contamos historias idiotas, no nos asustan, lo cual acaba de rematar su falta de sentido. Como espectáculo, las dos vidas de Audrey Rose es vulgar y mediocre.

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