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El Gobierno germano federal anuncia una caza sin cuartel contra los secuestradores de Schleyer

«Esta no es hora para responder preguntas, sino que es el momento de empezar la persecución». Con estas palabras ha terminado el portavoz del Gobierno federal, Bolling, una declaración del Gabinete de Bonn hecha pública a las once de la noche tras confirmarse el asesinato de Hans-Martin Schleyer.

Durante la breve conferencia de prensa de cinco minutos no se formularon preguntas, a requerimiento del portavoz. En la declaración del Gobierno se incluyó también una orden implícita de busca y captura contra dieciséis supuestos implicados directos en la muerte del presidente de la patronal alemana. El Gobierno, según el portavoz, «sabía en cada momento que iba a continuar la cadena de muertes». El comunicado señalaba también que si las medidas policiales en marcha se mantuvieron ocultas hasta ahora; era por razones de eficacia. El Gobierno invita ahora a todos los ciudadanos a que cooperen decididamente con las fuerzas de seguridad en, la tarea de identificar a todos los posibles implicados en los secuestros. «El Gobierno (se señala también en el comunicado oficial, que hoy ampliará el canciller ante el Parlamento, a las nueve de la mañana) no concederá más oportunidades al asesinato... amenaza dirigida contra todo nuestro pueblo. La policía actuará a partir de ahora con todo rigor y sin vacilación en defensa de la seguridad común». Anoche mismo, la televisión alemana difundió la foto de los sospechosos de haber tomado parte en el secuestro de Schleyer, cinco minutos antes de la declaración del Gobierno, el comentarista del primer canal de la televisión alemana Peter Merseburger decía que «Schleyer ha muerto no sólo víctima del terror, sino también de la razón de Estado» y calificaba de «escandalosas» la posesión por los tres activistas muertos en Stammheim de dos pistolas y de un receptor de radio.La pregunta clave que en estos momentos domina en los sectores democráticos alemanes es qué habría ocurrido si los secuestradores de Schleyer y del avión de Lufthansa hubiesen cumplido sus amenazas después de convencerse de que no era atendido por el Gobierno de Bonn el primer ultimátum. ¿Se habrían salvado las vidas de Baader, Raspe y Ensslin si después del éxito de la operación de Mogadiscio los tres detenidos hubiesen sido sometidos a una vigilancia especial para evitar lo que cualquiera podría temer, el suicidio colectivo.

¿No se habría salvado así, quizá, la vida de Schleyer con la oportunidad de una nueva negociación con sus secuestradores? Lo cierto es que el tira y afloja en torno a la vida del «superempresario» alemán ha costado, a su vez, la vida de diez personas entre activistas, policías y personal auxiliar del presidente de la patronal alemana, además de la suya propia.

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