"Los secuestradores tuvieron más consideración con los españoles"
Ocho de los protagonistas, cinco de ellos de nacionalidad española, del secuestro del BoeIng 737, de la compañía alemana Lufthansa, que permanecieron durante más de 160 horas en poder de cuatro terroristas germano árabes, llegaron ayer poco después de las seis de la tarde al aeropuerto de Son San Juan, a bordo de un avión Caravelle que la compañía TAE puso a su disposición desde Frankfurt.El comandante Alberto Cerezo y el segundo de vuelo, Jaime Deyá de la compañía TAE (Trabajos Aéreos y Enlaces), que viajaban a bordo del avión secuestrado, actuaton de portavoces de sus compañeros en la conferencia de prensa que improvisaron a su llegada a Palma de Mallorca para explicar los pormenores del secuestro. «Estaba junto a una de las puertas de emergencia, medio dormido, cuando de improviso -comienza el comandante Cerezo- una fuerte explosión lanzó la puerta sobre mis espaldas. Instíntivamente me arrojé al sualo. Una densa humareda llenó por completo la cabina del avión al mismo tiempo que varios soldados penetraron en la misma, comenzando a disparar hacia la parte delantera del aparato donde se encontraban los secuestradores. Fue cosa de segundos. Poco después me encontraba a salvo al lado de los soldados del ejército somali, que, desde las dunas del desierto, actuaban de cobertura del golpe de mano que no duró más de cinco minutos.»
El comandante Cerezo añadió que los miembros del comando utilizaron interfonos y que la operación fue dirigida por un ministro alemán, comisionado por el canciller Schmidt para dirigir la operación. Incluso se contó con la ayuda de un sicólogo, que indicó el momento justo en que debía iniciarse la acción.
El copiloto señor Deyá explicó, por su parte, que el secuestro se produjo cuando el avión volaba sobre Marsella. «Desde la parte de atrás del avión avanzaron cuatro personas, tres hombres y una mujer, que expresándose en un inglés dificultoso y armados con pistolas y granadas de mano corrieron por el pasillo hacia la cabina y conmi naron a la tripulación a cambiar de rumbo y a dirigirse a Roma. Por su aspecto externo, los cuatro secuestradores parecían,árabes y lo pudimos confirmar cuando pidieron la documentación a todo el pasaje. Al comprobar que nosotros éramos españoles, nos trataron mejor y tuvieron mucha más consideración hacia nosotros que con el resto del pasaje. Después, nos ataron a todos las manos con medias de nylon y así hemos permanecido prácticamente los cinco días que duró el secuestro.»
Violencia moral
Los dos pilotos de TAE reconocieron que no hubieran podido pilotar el avión en caso de emergencia, pues desconocían este tipo de aparato. Además confirmaron que el Boeing se encontraba en estado lamentable después del aterrizaje casi forzoso en Aden, que originó la avería de los extintores adosados a los reactores. «Apenas hubo -manifestaron- violencia física hacia los pasajeros si exceptuamos el asesinato del comandante Schuman, que se produjo de una forma insólita cuando éste hablaba tranquilamente con uno de los secuestradores. Oímos un tiro y, a continuación, vimos cómo su cuerpo se derrumbaba. Fue el peor momento para todos nosotros, porque comprendimos que eran capaces de matarnos a sangre fría a poco que les hubiéramos llevado la contraria.»
Los dos portavoces del grupo elogiaron el ejemplar comportamiento del pasaje, que, pese a la violencia moral ejercida por los secuestradores, supieron mantenerla calma y la serenidad, sobre todo teniendo en cuenta que entre los pasajeros había niños de menos de cuatro años.«Era emocionante ver -declaró el comandante Cerezoa un pequeño de diez años dando ánimos a su madre, que estaba a punto de ser traicionada por los nervios.»
Otro de los quéhan vivido el secuestro es el empresario alemán, residente en Mallorca desde hace más de veinte años, Hans Heyn-Hasse. Este manifestó a EL PAIS: «Para mí el peor momento fue cuando a menos de un metro del asiento donde me encontraba vi cómo pegaban un tiro en la cabeza al comandante del avión. »
La azafata Elise Van der Elst, al borde de la histeria y hecha un mar de lágrimas, gritó abrazada a su madre: «Ayer nos iban a matar, y hoy estamos libres. Eran unos asesinos. Fue horrible cuando me cogieron del pelo y me amenazaron con quemarme. Hemos nacido de nuevo.»
Fue difícil hablar con la otra azafata, jefa de cabina, Pilar Díaz Maroto. La joven se encontraba abrazada a su madre con el rostro cubierto de lágrimas. El resto de la tripulación de la compañía TAE que vivió la pesadilla del secuestro estaba formada por el auxiliar Ramón López y el mecánico Alberto Gómez. Con ellos viajaban, además, Hans Heyn-Hasse y la joven alemana señorita Krols. Todos ellos fueron recibidos en el aeropuerto de Palma por las primeras autoridades de Baleares, quienes les ofrecieron flores como homenaje a los muchos sufrimientos.
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