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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
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El Sáhara, el PSOE y el acierto de la izquierda española

Secretario de Relaciones Intemacionales del PSOE

EMILIO MENENDEZ DEL VALLE

Comisión Internacional del PSOE

El señor Laroussi, reductor del periódico de Rabat L'Opinion, acaba de publicar en estas páginas (7-10-77) un artículo titulado El Sahara y el error de la izquierda española. Desde que la oposición democrática española (y en especial el PSOE) adquirió entidad legal, y simultáneamente quedó legitimada en las urnas, numerosas fuentes marroquíes y algunas mauritanas se han apresurado a «entablar diálogo» con el PSOE en lo que al conflicto del Sahara se refiere. Obviamente, tanto el Partido Socialista como otras fuerzas de la izquierda existían antes del 15 de junio de 1977. Y antes del 14 de noviembre de 1975, fecha de la lamentable entrega del Sahara, con menosprecio y menoscabo de la voluntad popular. Sin embargo, ni marroquíes ni mauritanos (ni en el Gobierno ni en la Oposición) se preocuparon entonces por la opinión del PSOE al respecto, suficiente, aunque no «legalmente» expresada ya en 1974.

Ahora, ante la ofensiva mantenida por el Partido Socialista ante la seudodescolonización del Sahara occidental, diversas fuentes -principalmente marroquíes- nos convierten a menudo en objeto de su atención. Ciertamente inquietas por el hecho de que dos ejércitos de ocupación sean mantenidos en jaque por un movimiento guerrillero -el Frente Polisario-, que, lejos de ser aplastado, gana en eficacia y popularidad internacional cada día, tales fuentes redoblan su «interés» por el PSOE. A veces intentando el diálogo (con nosotros, no con el pueblo saharaui), otras lanzando improperios aderezados de inexactitudes y falsedades.

El articulo del señor Laroussi se incluye en esta última categoría. Así, es falso que la izquierda española continúe «considerando obstinadamente las provincias saharianas de Marruecos con los anteojos del régimen de Argel». Es cierto, sin embargo, que el PSOE tiene una política propia de apoyo a la libre determinación de los pueblos (incluido el saharaui), con la que el régimen de Argel coincide. Es falso que el Acuerdo de Madrid «ha sido ratificado por la ONU». La ONU. se ha limitado a tomar nota del mismo, lo que es muy diferente. Es cierto que, en su momento, la ONU no supo hacer frente a sus responsabilidades ante el Sahara, si bien una mayoría de Estados se inclinó -usando la terminología del señor Laroussi- por la «tesis argelina», mientras una minoría (aunque no exigua), por la marroquí.

Es falso que el PSOE no verifique «la autenticidad o veracidad de los dossiers que se le presentan, ¿qué importan la verdad o el derecho si de un lado hay una monarquía, por tanto, necesariamente reaccionaria, y del otro los «socialistas» argelinos progresistas y revolucionarios?». Es cierto, sin embargo, que no es precisamente Marruecos un ejemplo de monarquía constitucional, sino más bien una monarquía responsable de la eliminación física y directa en París de un verdadero socialista como Ben Barka y de la eliminación o persecución de numerosos verdaderos socialistas dentro de Marruecos.

Es verdad que la izquierda española ha «ignorado el problema del Sahara durante decenios». Como tantos otros, incluido el de Guinea Ecuatorial, acosada por la dictadura y represión franquistas en el imperativo de la lucha cotidiana.

El PSOE, -o al menos sectores de opinión dentro del mismo de importancia indudablemente ascendente- muestra más sensibilidad hacia las culturas extraeuropeas que los señores Laroussi y Laroui, historiador marroquí este último a quien el primero cita en su artículo. Haciendo gala de un sorprendente entusiasmo eurocentrista, el señor Laroussi se empeña en apegarse al concepto y realidad europeos del «estado-nación», intentando relegar despectivamente al pueblo saharaui a una «confederación tribal». ¿De dónde han surgido el Estado mauritano -al que, por cierto, Marruecos pretende aún devorar y tantos otros en Africa? Curioso resulta que cuando la moderna antropología euroamericana -discretamente y ciertamente avergonzada- abandona expresiones como «sociedad primitiva» para, en su lugar, referirse a «sociedades a pequeña escala » (small seale societies), el señor Laroussi se afana en colgar a los saharauis el sambenito de «tribalismo» y «primitivismo». Como si la organización social de carácter tribal fuese en Africa algo exótico y contra natura.

Parece el señor Laroussi convencido de que conmueve los cimientos del Partido Socialista cuando dice: «Harían mejor ... hablando... de Ceuta y Melilla ... ¿lo que es válido para Gibraltar puede no serlo para Ceuta y Melilla?»

Exhibe, sin embargo, aquí el articulista una prudencia metodológica de la que carece en sus otros juicios: pues sí, cabe la posibilidad de que «lo que es válido para Gibraltar puede no serlo para Ceuta y Melilla». Pero el PSOE no cierra los ojos ante las conflictivas situaciones en esas plazas y se prepara para afrontarlas en su momento.

Como traca final anti-PSOE -y ante la exigua argumentación empleada para convencer al lector del «error de la izquierda para con el Sahara» -el señor Laroussi espeta: «En lugar de comprometerse con una causa cada día... los partidarios del Polisario harían mejor dando la palabra a los auténticos revolucionarios, los palestinos, a los que se ha condenado al más indelicado de los ostracismos a raíz del famoso congteso del partido del señor González».-Felizmente para ellos, ni el «famoso congreso del partido del señor González» ni ningún otro son capaces de condenar al ostracismo al pueblo palestino. Es precisamente. en la base del PSOE -amplia base- donde crece cada día más laspreocupación por la suerte del pueblo palestino. Como por la del pueblo saharaui. Hay otro dato: el 15 y 16 de este mes se reúne en Madrid el Buró de la Internacional Socialista, con asistencia de diversosjefes de Gobierno y dirigentes socialistas y socialdemócratas. En la agenda hay cuatro temas importantes a discutir: Sahara Occidental y Africa Austral (en los que el PSOE desempeña un papel protagonista) y desarme y situación en Oriente Medio (temas en los que el PSOE está sumamente interesado).

En fin, señor Laroussi, su última y evidente carencia de argumentos surge cuando dice usted: los demócratas españoles «vuelven a caer en los mismos errores cometidos por sus antecesores de la época de la guerra del Rif, cuando los excesos del colonialismo español fueron lamentablemente avalados por los partidarios republicanos». Claro que determinados partidos republicanos (pero sobre todo los dinásticos, los monárquicos) «avalaron los excesos del colonialismo». Pero, por favor, señor Laroussi, contenga usted su eurocentrismo: esos partidos avalaron no sólo los excesos, sino el colonialismo mismo, como la mayoría de sus congéneres europeos. ¿Acaso es usted partidario del colonialismo aunque no de sus excesos? El socialismo está contra los dos.

El socialismo español está (por eso apoya al F. Polisario ante la invasión armada maroco-mauritana) contra todo tipo de colonialismo. Pero no está contra los pueblos marroquí y mauritano, sino a favor de ellos y de toda la nación árabe. Por eso está contra las dictaduras reaccionarias, monárquicas o republicanas.

El socialismo español estuvo contra el colonialismo y contra sus excesos. Contra ambos, no sólo contra estos últimos. Bien claro lo dejó Pablo Iglesias ánte la primera aventura colonial en Marruecos. Tajante estuvo Julián Besteiro en las Cortes de noviembre de 1921 al condenar el desastre de Annual y sus motivaciones, así como la expedición colonialista de 1909, en un largo y magnífico discurso, al que pertenecen estas líneas: «Y como, además, por el camino que vamos se va a la ruina y a la deshonra ante el mundo entero, yo creo que si se ama a España ha llegado el momento de establecer una línea divisoria y decir lo que es verdad: que España no es la que ha ido a Marruecos; a Marruecos ha ido la Monarquía española, ha ido el rey; nosotros, no» (rumores en el hemiciclo...).

Gracias, señor Laroussi, por damos la ocasión de escribir estas líneas. Nos gustaría tener algún día la oportunidad de publicar nuestros puntos de vista en L'Opinion, de Rabat, de la misma manera que ha podido usted publicar los suyos en EL PAIS.

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