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Entrevista:

Sir Charles Curran: "Yo sugeriría para RTVE un estatuto independiente"

Sir Charles Curran, un católico de 56 años, nacido por casualidad en Dublín, pasará ahora a dirigir la agencia Visnews, dedicada a repartir información televisada a emisoras de todo el mundo, del mismo modo que una agencia de prensa hace con los periódicos. Por otra parte, seguirá, siendo el presidente de la UER, la Unión Europea de Radiodifusión, a cuya cabeza llegó por iniciativa de sus colegas españoles. Su pasión por España, su cultura y su política, son elementos de su personalidad que se citan siempre que se define su figura en la prensa británica.EL PAIS: El conflicto del Ulster, ¿ha condicionado la Información de la BBC mientras estaba usted al frente de ella?

Charles Curran: El conflicto del Ulster ha sido lo más difícil de mi época en la BBC porque se trataba de informar de una especie de guerra civil que ocurría en nuestra propia comunidad. Uno de los aspectos de esa contienda es que pone en cuestión la unidad constitucion al del reino. Nosotros, que no somos una emanación del Estado, sino de la comunidad, no podemos presuponer la ruptura dela comunidad ni abogar por ella. Para salvar nuestra neutralidad teníamos que tomar una decisión y adoptamos la política de informar absolutamente de todo, de poner todo a discusión. Lo que evitamos fue poner nuestras antenas a disposición de los revolucionarios o los políticos complicados en la situación para que hicieran su propaganda. Esa postura abierta ha dado motivo para varias acusaciones. Unos nos atacan porque consideran que somos instrumentos del Estado, los guardianes del orden. Sin embargo, cuando hemos presentado las voces de los republicanos revolucionarios, a través de sus representantes, el Gobierno nos ha criticado. A pesar de que, insisto, nuestros micrófonos no están abiertos a la propaganda política, sí hemos creído necesario que el público británico escuche los puntos de vista de ese sector para que entienda mejor el conflicto y decida cuál es su postura ante las demandas de uno y otro lado. Nosotros hemos querido que la BBC se pareciera lo más posible a un pueblo deliberando, una vez oídas todas las opiniones y contemplados todos los hechos.

EL PAIS: ¿En qué estructura basa la BBC la independencia de la que usted habla?

Ch. C.: En primer lugar, la British Broadcasting Corporation nació refrendada por una cédula real de 1927. No es producto de una ley y, por tanto, no depende del Parlamento, sino del monarca. Es un organismo autónomo que se rige por normas que son interpretadas en sentido positivo, no limitado. Se estableció para ofrecer al público británico un servicio. La cédula real no dice nada del contenido de los programas. Sólo se nos dice que debemos realizarlos y ofrecerlos. Un aspecto importante de las normas que rigen la BBC se introdujo en 1952, cuando se decidió que había que cuidar especialmente los intereses de los pueblos de Escocia y Gales. Para vigilar el cumplimiento de los propósitos de la BBC hay una especie de consejo de administración cuyo nombramiento es responsabilidad del monarca. Aunque en algunos casos provengan de partidos, esos gobernadores no se comportan como políticos y no dan un paso sin consultar antes con nosotros, los profesionales. En ese grupo de gobernadores tenemos nuestros vascos y nuestros catalanes, que en sus emisoras de Gales o de Escocia tienen máxima libertad de acción. Por otro lado, el hecho de que el nombramiento del ejecutivo principal, el director general, sea responsabilidad del grupo de gobernadores da una gran independencia política a la BBC, porque ese nombramiento no puede ser revocado por el gabinete que mande en el país.

EL PAIS: ¿Usted cree que la participación de los partidos políticos en el control de la radio y la televisión sería deseable?

Ch. C.: Los daneses y los alemanes lo hacen. Para nosotros eso ya no es posible. La autonomía total de los medios de comunicación puede ser una verdad o una decepción, pero hay que intentarla. Yo, por ejemplo, soy un hombre que se ha despojado adrede de todo sentimiento político para desempeñar este puesto. Por disciplina personal no pertenezco a ningún partido. Creo que es a es la actitud que hay que tener y estimo que en la BBC esa forma ha dado resultado

EL PAIS: Usted conoce los últimos años de la radio y la televisión en España. ¿Cómo ve la posibilidad de cambio de la estructura y del contenido informativo de RTVE?

Ch. C.: A lo largo de estos cuarenta años, en los medios de comunicación españoles no ha habido diferencias de opinión. Es imposible olvidarse de esa tradición, no sólo para los profesionales, sino para los propios oyentes, que se extrañarían de un cambio brusco. Creo que la evolución hay que llevarla a cabo sin prisa, para que cuando haya distinciones en las opciones propuestas al oyente o al televidente éste no se sienta desacostumbrado

EL PAIS: Y en cuanto a la estructura, ¿qué forma le dáría usted a la RTVE?

Ch. C.: No sé si será posible en España una especie de fuero como el que nosotros tenemos para la BBC. Una ley no sería suficiente, a no ser que en su texto estuvieran plenamente de acuerdo todos los partidos políticos. Sería esencial que el control de ese fuero estuviera en manos del Rey, en este caso, porque es la única persona que podría resultar ajena a todas las controversias partidistas sobre la interpretación de lo que debe ser la RTVE.

EL PAIS: En el consejo de gobernadores de la BBC hay académicos, sindicalistas, políticos y profesionales de medios de comunicación. Si usted tuviera que dar una opinión sobre la composición del consejo español de la RTVE, ¿que diría?

Ch. C.: Como en España no sólo hay monárquicos, sino

también republicanos, yo sugeriría que en ese grupo estuvieran representadas ambas tendencias. Eso favorecería la existencia de un estatuto independiente para la RTVE. Tal estatuto me parece que debe hacerse tras la discusión con los políticos, pero éstos tendrían luego que anular sus apetencias partidistas cuando el fuero se haya refrendado.

EL PAIS: Pese a su retirada de la BBC, usted seguirá ligado al mundo de la radio y de la televisión. ¿Cómo ve el porvenir de ambos medios?

Ch. C.: La televisión será siempre un medio de masas. Para la radio es más factible ahora hallar un círculo limitado. Gracias a la radio se pueden discutir enfrente de los oyentes cuestiones para cuyo debate no es apropiada la televisión. Por eso le concedo tanta importancia a la radio local como vehículo indispensable de la democracia.

EL PAIS: De nuevo, con referencia a España: se pensó recientemente que el Gobierno británico iba a reducir el presupuesto para el servicio exterior de la BBC-Radio. Aunque esto no se cumpla, ¿no cree usted que la nueva situación política en España, por ejemplo, hará cambiar el carácter de tal servicio o incluso anular su necesidad?

Ch. C.: No, porque el motivo persiste se trata de dar una información contemplada de la manera más internacional posible. Y la información existirá siempre. La aspiración nuestra es la de mantener -o crear- un periodismo internacional no sólo desde el punto de vista técnico, sino también con respecto a su contenido. Por otra parte, España es ahora, como lo ha sido en otras épocas, el país más interesante de Europa, y siempre captará la atención de los servicios exteriores de la BBC porque, igual que a mí me fascinó en 1962,cuando empecé a aprender el idioma, su tesoro cultural y la importancia del cambio político que ha tenido efecto, son elementos que ninguna emisora puede pasar por alto.

EL PAIS: Usted es un católico en un país en el que los hombres de sus convicciones religiosas están en minoría. ¿Le ha ayudado o le ha perjudicálo ese hecho a nivel profesional?

Ch. C.: Me ha ayudado a defender con más ahínco el derecho de libertad de expresión de las minorías. En un país como el suyo, en el que la mayoría es católica, quizá no haya demasiada conciencia de esta circunstancia, pero aquí yo me he hallado con que tengo que ser un abogado de la libertad de los demás para que se respete la mía, y ese deseo de ejercer la libertad me ha servido muchísimo en mi trabajo y en cierto modo me ha hecho progresista, aunque de temperamento y de expresión yo resulte un moderado.

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