Asociaciones de vecinos contra Nazario Aguado
Ultimamente se suceden las declaraciones de personajes públicos y políticos que se pronuncian alegremente sobre las asociaciones de vecinos, sobre lo que ellos creen que somos y sobre lo que ellos creen que debemos y no debemos hacer. Dado el general desconocimiento que se desprende de muchas de esas declaraciones, aprovechamos la última en fecha, por representativa de dicha ignorancia, para dar una primera contestación desde la base. Se trata de las aparecidas en EL PAIS el 25 de septiembre y hechas por Nazario Aguado, miembro de la ejecutiva del Partido del Trabajo de España.Conviene puntualizar algunos aspectos para distinción de dichos personajes y empezar a colocarlos, a ellos y a las cosas, en su sitio. El señor Aguado cuestiona la representatividad de las asociaciones de vecinos por un caso, anónimo, que él conoce en un barrio de 100.000 habitantes, cuya asociación tiene solamente cien socios, caso que a él le sirve para generalizar el análisis y concluir en la falta de representatividad general de las asociaciones de vecinos. Recordamos en principio que esa proporción, en absoluto generalizable, es ya diez veces superior a la de su partido. En segundo lugar, sobre una consideración de urgencia, no exhaustiva y a título de ejemplo, sabemos que de este a oeste la coordinadora de la que formamos parte, que agrupa a las entidades ciudadanas de Alameda de Osuna, Portugalete, Villa Rosa y La Unión, suma 4.029 socios sobre 17.908 vecinos.
Esta cifra significa una reptesentatividad dieciocho veces superior a la indicada, con supina ignorancia, por el señor Aguado, y denota, además, una representatividad de las entidades vecinales casi doscientas veces superior a la de su opción política. Hablamos de socios cotizantes, activos.
Cabe también recordar que si las cifras son importantes, los resultados de los trabajos también lo son y que si algunos próceres políticos conocieran lo que se hace y como se hacen las cosas en muchas asociaciones no incurrirían en tan tristes análisis que, por otra parte, creíamos que correspondían en exclusiva a una clase política que se pensaba en vías de extinción. Empieza a ser sintomática tanta preocupación por el papel de las asociaciones de vecinos de cara a las elecciones municipales porque denota, primero, una absoluta ignorancia de qué son y qué hacen las asociaciones de vecinos, es decir, un alejamiento de la realidad de estos grupos y, segundo, un deseo, originado en esa misma ignoracia, de utilizar, por comisión o por omisión, de nuestras asociaciones de vecinos, lo cual define claramente su negativa a planteamientos democráticos.
Comprendemos que los partidos políticos, en su carrera hacia el Poder, utilicen cualquier recurso, pero es inadmisible que se llegue hasta la maledicencia para con grandes capas de población.
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