La pirámide informativa
Luis González-Seara, con el que comparto muchas cenas mondaines a lo largo de la season, es un hombre que en esas cenas -generalmente frías y de pie- se cruza de brazos, escucha o perora, siempre con discreción y sabiduría. Sólo hay una cosa que me asombra en él más que su discreción: el que sea capaz de tomarse un cuscús en la embajada de Argelia -bella Hafida- de pie y sin descruzar los brazos.Bueno, pues ahora los ha descruzado para decir una cosa sensata, como siempre:
-Debe desaparecer el título de periodista como traba para ejercer el periodismo.
Ha habido versiones posteriores de esta frase bíblica, pero yo sé que el fondo es ése. Los pontífices de la información se han puesto muy tarascas con esta frase de Luis, y en esto que ha salido don Pedro Gómez-Aparicio rebatiendo al creador de Cambio 16. Don Pedro Gómez-Aparicio, al que no conozco ni de foto, es para mí -como para toda la profesión- el creador de la pirámide informativa y lo que sigue: razones de su inversión. Yo, que, como he recordado varias veces en esta columna, nunca tuve acceso a la escuela ni al carnet, he oído siempre hablar a mis colegas de la pirámide informativa con perplejidad y respeto por mi parte y por la de ellos. En el Café Gijón, en los bares de Chamberí, en los aguaduchos de la Castellana, decían los tíos:
-Hoy nos ha hablado don Pedro de la pirámide informativa.
Y yo me iba a la pensión llorando, porque no sabía lo que era eso de la pirámide informativa ni lo iba a saber nunca, ni tenía idea de cómo escalar dicha pirámide. El secreto faraónico de aquel periodismo de palimpsesto que se hacía con Franco, entre los años cincuenta y sesenta, estaba cerrado y encerrado en la pirámide informativa de don Pedro Gómez-Aparicio, un señor al que yo no había visto nunca, y cuyos artículos en la prensa me parecían rollíferos. Aquel señor escribía desde dentro de la pirámide, que es como hay que escribir en serio, y yo escribía por los cafés y las tabernas de la calle Echegaray, que es donde caían yanquis ligables.
Ahora, desmontada la pirámide informativa del franquismo (aunque no tanto como parece), Luis González-Seara quiere desmochar el vértice de la pirámide, que es lo que hace falta, o sea el carnet o título, para que sepamos que la esfinge no tenía secreto, y en esto que sale don Pedro Gómez-Aparicio, al que yo creía dormido con el sueño de los justos dentro de su pirámide, y dice:
-La libertad de expresión siempre comporta ciertos peligros en la calle.
Este señor, naturalmente, este Ramsés incógnito del periodismo nacional, le pone sus reticencias a los proyectos de liberalización de González-Seara, porque para él, para Gómez-Aparicio, la información no debe salir del búnker, un búnker al cual dio forma de pirámide para distraer con la coartada egiptológica a los paleontólogos de dictaduras. A mí no me parece mal que don, Pedro Gómez-Aparicio se resista a salir de la pirámide, como el minotauro se resistía a salir del laberinto, por si a la puerta estaba Manolete, cuya muerte conmemoramos este año, para darle la estocada, Lo que me tiene en un grito es saber que don Pedro Gómez-Aparicio no ha entrado en dulce dormición administrativa como yo esperaba, o sea en jubilación, sino que sigue ahí, sentado a la puerta de su pirámide informativa, esperando a ver pasar el cadáver de su enemigo, o sea la libertad de expresión.
A mí nunca me mueven las razones políticas, sino las razones irracionales de lo autobiográfico, y con los artículos y las cartas recientes de don Pedro Gómez-Aparicio me ha entrado el pavor de que vuelva la pirámide informativa, que ya tenía yo olvidada, con lo que volveré a ser un parla indocumentado, pues nunca entendí esa pirámide ni las razones de su inversión, que tan brillantemente comentaban mis imposibles compañeros de promoción, que hoy están casi todos en puestos administrativos de la tele o del Ministerio Fraga, que ahora se llama de Cultura, y antes, de Cultura y Bienestar, pero que siempre será Ministerio Fraga, porque sólo Fraga dio sentido de espanto a tan espantosa máquina. Vuelve don Pedro Gómez con su pirámide informativa como con una tienda de campana para hacer la guerra. Ahora sí que creo que estamos en plena involución. Y yo, sin carnet.
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