Aduanero inquisidor

Paso a continuación a detallarles un suceso ocurrido en el tren «Puerta del Sol» en la madrugada del día 25 de los corrientes con dirección París-Madrid. Dicho día, y a la 1.30 de la mañana, funcionarios del puesto de Aduanas de la policía española entraron en el coche número 72 del citado tren abriendo los compartimentos de literas y pidiendo documentación y registro de enseres. Hasta ahí y al margen de su mala educación en la manera de pedir tales demandas, todo normal. Pero he aquí que llegan a un compartimento de literas hacia el medio del vagón y, encarándose con una señora, la piden que deshaga una especie de maleta que llevaba en cuyo interior se encontraban libros de materia política. Creo recordar que uno de ellos se titulaba Socialismo y utopía y otros versaban sobre comunismo y desintegración del sistema capitalista. Conversación que se desarrolla a continuación entre dicho inspector y la citada señora:I. -¿De dónde viene usted con estos libros?.

Sra. -De París.

I. -¿A quién se los va a entregar?

Sra. -En Carabanchel, a un órgano del PC.

1. -¿Usted no sabe que estos libros están prohibidos?

Sra. -No,señor. Creo que cuando me los han entregado y no los llevo ocultos, se podrán pasar.

I. -Mientras que no se aclare esto, usted deberá permanecer aquí. ¡Que venga el inspector-jefe!

Todo esto, como digo, sería normal (hasta cierto punto), si no llega a ser por el tono un poco levantisco del citado individuo, al mantener con esta señora dicha conversación.

Llega el inspector-jefe, echa una ojeada a los libros, se lleva aparte a su subalterno mantiene con él esta conversación, que aunque no oída por mí, me fue confirmada por el encargado del servicio del vagón.

I-J.-Pero bueno, ¿para esto me llamas? ¿Tú tienes algún impedimento de carácter monetario para que estos libros no puedan pasar?

I. -No. es que yo creía.... etcétera.

Se disculpa el inspector-jefe con la señora y con todo el vagón, y se termina el incidente.

Y ahora yo pregunto; si los españoles tenemos que estar dependiendo de unos incompetentes no tienen conocimiento de que en España, hoy por hoy, se pueden leer dichos libros, el único arreglo posible, para que no se vuelvan a producir tales hechos, es el de una transformación radical en dicho cuerpo, en materia de estudios y educación (que también ésta es importante).

Un aplauso sincero para el inspector-jefe y una repulsa general de todo el vagón al otro Inspector, para más señas de unos veinticinco-treinta años, bajo y con gafas.