Los sindicatos británicos aprobaron ayer un método de congelación salarial

Los sindicatos británicos votaron ayer en favor de un método que mantendrá congelados los aumentos salariales durante períodos de doce meses después de la firma de los convenios colectivos que ahora se empezarán a negociar.

La norma queda fijada también para aquellos acuerdos a los que se llegó en los últimos meses de la política de controles salariales, que el Gobierno conservó hasta finales del pasado mes de julio.El mantenimiento del plazo de doce meses era la única esperanza de la Administración laborista para impedir el aumento inmediato de la inflación. En su discurso ante el congreso sindical, anteayer, el primer ministro Callaghan señaló también que una explosión de sueldos incrementaría los niveles de desempleo.

Oposición de Jack Jones

La moción por la que ayer se aprobó aquel sistema de congelación salarial fue presentada por los líderes moderados, aunque Jack Jones, el secretario general de la Unión General de Trabajadores y de Empleados del Transporte, se opuso a la medida. Era el último congreso. al que asistía Jones, el ex combatiente de la guerra civil española, que se ha despedido de su vida sindical con un gesto de lealtad a sus colegas a pesar de su obediencia tradicional a la disciplina del Partido Laborista.La moción triunfadora alcanzó más de dos millones de votos por encima de los que obtuvo la facción que quería que el retorno a la negociación colectiva libre no tuviera ninguna clase de límites. En el mismo sentido, el congreso derrotó por una mayoría parecida una moción en la que se pedía la desaparición de toda clase de restricciones salariales. El Gobierno aconseja que los sindicatos sean moderados en su petición de aumento de salarios e indica que un 10% de subida máxima debería ser suficiente. La actitud de los delegados sindicales que se reúnen estos días en Blackpool señala que cuando comiencen las negociaciones es posible que se cumplan las esperanzas laboristas de imponer un techo voluntario a las peticiones de incremento de salarios.

En general, este congreso, que pudo haber supuesto el comienzo del fin para la política económica de la Administración laborista, ha venido a refrendar la vieja lealtad que une a este Gobierno con los representantes de los doce millones de trabajadores sindicados que hay en el país.