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Secuestrado en Colonia el presidente del patronato alemán

Dos comunicantes anónimos que dijeron ser portavoces de la Fracción Ejército Rojo se responsabilizaron anoche del atentado y posterior secuestro del presidente del patronato de la República Federal de Alemania, Hans Martin Schleyer. Cuatro policías que daban escolta, en Colonia, a Schleyer murieron en el atentado.Un portavoz de la policía dijo Lomar en serio la llamada de la citada organización -integrada por componentes del grupo Baader Meinhoff-, según la cual el dirigente industrial será ejecutado esta tarde si no se libera a los miembros del grupo Baader encarcelados en Stuttgart.

Schleyer, de 62 años, fue herido por disparos de metralleta cuando su automóvil fue abordado en un cruce de calles en Colonia.

El presidente de la Confederación de Empresarios, que también lo es de la Asociación Alemana para los Seguros de Vejez y de la Comisión Conjunta de Elconomía Empresarial, dos organismos claves en la RFA, en un político claramente contrario a los esquemas que se discuten actualmente sobre una nueva ordenación de los centros de producción. Entre sus originales ideas para solucionar el problema del paro se incluye la de fomentar la emigración alemana en dirección a países subdesarrollados.

Hace una semana celebró en Hamburgo su última reunión con el canciller federal, para el que el secuestrado era un personaje incómodo. Poco después de conocer la noticia del atentado, que se ha producido en Colonia, ciudad en la que se encuentra la asociación patronal alemana, se reunieron con el canciller los ministros del Interior y Justicia. Este último, Vogel, presentará mañana, miércoles, dos esquemas de ley que afectan a la tenencia de armamento y a las relaciones entre abogados defensores y terroristas. El propio ministro de Justicia ha aludido a «conspiraciones» de abogados y activistas.

Una de las nuevas leyes prevé el control policial de las conversaciones entre defensores y defendidos, tema que hace menos de medio año escandalizó a la opinión pública alemana al trascender varios casos de «espionaje policial» de las cárceles federales.

La actitud del Gobierno ha cambiado radicalmente desde la muerte del fiscal general alemán Buback, asesinado en la vía publica por un comando. El canciller Schmidt, que aseguraba a primeros de año que no serían necesarias nuevas leyes contra el terrorismo y que para combatirlo bastaría dotar a la policía de mejores medios represivos, parece ahora claramente dispuesto a dar curso a las tres proposiciones que tiene sobre la mesa. La aproximación de democristianos, socialdemócratas y liberales, en esta materia, es evidente. La prensa de la derecha se ha lanzado furibundamente contra el pastor evangélico Albertz, ex alcalde de Berlín, tras declarar éste en televisión que combatir el terrorismo es analizar las causas sociales que lo producen, y esto le corresponde, ante todo, al propio Gobierno.

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