Nuevas Generaciones de Alianza Popular: "Fuerza Nueva llegó a insultarnos"
Las Nuevas Generaciones de Alianza Popular (NGAP) se constituyeron como organización dentro del partido el pasado mes de abril, cuando celebraron su primera asamblea. Desde entonces ocupa la secretaría general Loyola Palacio, que dejó todas sus ocupaciones para dedicarse exclusivamente a la organización.
EL PAIS: ¿Cómo nacieron las Nuevas Generaciones de Alianza Popular?Loyola Palacio: Nacieron tras una serie de reuniones de trabajo y estudio celebradas por gente joven de AP, en diferentes provincias. A estas reuniones, que comenzaron de forma totalmente espontánea, decidimos darles una entidad orgánica, lo que llevamos a cabo en la primera asamblea que celebramos, en abril pasado. Fue, en fin, una iniciativa desde dentro del partido, pero independiente de su dirección.
EL PAIS: ¿Las organizaciones políticas juveniles deben estar integradas en los partidos o ser autónomas respecto a ellos?
L. P.: Nosotros estamos totalmente integrados y tenemos representación y participación a todos los niveles en el partido. Pensamos que las organizaciones juveniles deben tener una autonomía funcional dentro del partido, pero con una integración y participación en él, porque es la manera más efectiva de actuar en la política, dentro del conjunto de la organización.
EL PAIS: Durante la campaña electoral se dijo que elementos de Fuerza Nueva y otras organizaciones de este tipo trabajaban en los servicios de orden de AP, y después que se habían integrado en el partido parte de sus militantes. ¿Es ello cierto?
L. P.: En cuanto a colaboración durante la campaña, no sólo no éxistió, sino todo lo contrario: incluso llegaron a irisultarnos, a repartir octavillas contra nosotros, etcétera.
Y respecto a que tengamos gente que haya militado en otras organizaciones, creo que esto ocurre en todos los partidos. No se puede pedir una virginidad previa a nadie. Al ser AP, y no sólo AP, partidos de nuevo cuño, hay gente que antes militaron en otros grupos, porque no tenían tal vez otra opción. Ahora bien, la inmensa mayoría de las NG, empezando por mí, no ha militado nunca en ninguna parte.
EL PAIS: ¿Cómo están sus relaciones con otras fuerzas juveniles?
L. P.: Estamos abiertos al diálogo con todas las organizaciones juveniles, no sólo políticas, sino de todo tipo. A este respecto pensamos que habría que estudiar la creación de un Consejo Nacional de la Juventud, un organismo propiamente juvenil que sirviera de cauce de diálogo, intercambio de ideas y expresión de la juventud. Sus principales competencias serían temas específicos de la juventud.
EL PAIS: ¿Son partidarios de regular políticamente el estatus de la juventud?
L. P.: En términos generales, creemos que la juventud, aunque forma un grupo, no debe ser marginada como tal. No ha de huber unos derechos específicos de lajuventud, sino derechos humanos. Entonces, lo que sí pedimos es la unificación de la mayoría de edad en todos los aspectos: político, laboral, civil etcétera.
EL PAIS: ¿En qué número de años se fijaría esa mayoría de edad?
L. P.: Si decimos que en la mayoría de edad se comprende el aspecto laboral, la respuesta está dada: si a los dieciocho años puedes contratar tu trabajo, es lógico que tengas todas las demás capacidades, derechos y responsabilidades, que todo va unido.
EL PAIS: ¿Es necesaria una política específica respecto a problemas de la juventud trabajadora?
L. P.: Todos estos problemas hay que incluirlos en un programa más amplio de política de pleno empleo, por ejemplo, en cuanto al desempleo joven. Efectivamente, el mayor porcentaje de parados es gente de menos de veinticinco años, pero es precisa la solidaridad de generaciones: tampoco por dar trabajo a uno puedes dejar a otro sin él. Si es dramático que un joven de veinticinco años esté en paro, cuanto más es que lo esté un hombre de cuarenta, con una familia detrás. De ahí la necesidad del pleno empleo, desde la perspectiva de una economía de mercado libre.
EL PAIS: ¿Qué política plantean respecto a la enseñanza?
L. P.: Cuando se habla de enseñanza, siempre nos acordamos de la Universidad, pero aunque la Universidad que todos pagamos esté en un estado lamentable, y esto es muy grave, porque de ella salen en principio los futuros cuadros de la Nación, la raíz del problema está en la enseñanza básica.
Es decir, el problema debe plantearse a un nivel más general, que es el de la cultura, y ésta arranca de la escuela primaria. La gran mayoría de la población no llega a los estudios superiores, por lo que la cultura media de la Nación, que depende de los estudios básicos, adolece de un nivel bastante bajo. Todo viene de una serie de planes y contraplanes, que empiezan en el siglo pasado, y que anulaban unos contra otros sus partes positivas. Por esto, el problema que hay que atacar en primer lugar es el de la enseñanza básica.
EL PAIS: Desde su perspectiva de dirigente político, ¿cómo ve el problema de la mujer en nuestra sociedad?
L. P.: En principio, es rechazable cualquier tipo de discriminación, sea por sexo, edad o religilón. Respecto a la mujer, hay para empezar una serie de leyes bastante tristes. Y por otra parte, en nuestra sociedad existe una especie de inercia que hace que algunas personas se sorprendan de encontrar a una mujer en un cargo directivo. Las mujeres que han brillado en la historia lo han hecho sólo de modo individual, como excepciones, porque en general, la mujer no ha tenido un campo de posibilidades de actuación propio.
EL PAIS: ¿Qué soluciones cabrian en España al respecto?
L. P.: Ante todo, la igualdad jurídica. La igualdad de hecho es algo que iremos consiguiendo las mujeres, demostrando que valemos igual.
EL PAIS: ¿Hay una cultura joven renovadora de la adulta?
L. P.: A nivel general, de grandes masas, no existe como tal. Sí hay una serie de acontecimientos culturales, que son reflejo de un malestar general de la sociedad, pero que se han mantenido con un carácter muy minoritario. En general, entre la posición integrista, inmovilista, totalmente rígida, que proponen algunos, y la postura iconoclasta, partidaria de romper todos los moldes y hacer tabla rasa de todo lo heredado, creemos que hay una vía intermedia, que es la que hay que lograr.
EL PAIS: Entonces, ¿cuál es su posición respecto al aborto, uso de drogas y demás cuestiones de este tipo?
L. P.: Todo esto son ya problemas de ética y moral, y ha quedado muy claramente planteado en nuestro programa y nuestro manifiesto.
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