Chinos por el Este y eurocomunistas por el Oeste
Se ha insinuado estos días que sólo el mariscal Tito, entre los dirigentes comunistas en el poder, podía permitirse un viaje a Pekín con escalas previas en Corea del Norte y, muy especialmente, en la Unión Soviética. El líder comunista yugoslavo fue recibido ayer en Moscú con todos los honores.Las críticas de antaño se han convertido hoy en condecoraciones y abrazos. ¿Qué ha cambiado esencialmente en la Unión Soviética o en Yugoslavia para justificar tales actitudes? Han cambiado muchas situaciones internas, pero, sobre todo, han cambiado los vientos del Este y los del Oeste. Los eurocomunistas, por un lado, y los chinos, por el otro.
En un momento en que los partidos eurocomunistas se alejan de la URSS, no es de extrañar que los líderes soviéticos traten de reforzar sus lazos con los partidos comunistas tradicionales.
La aproximación yugoslava a la URSS, con toda su historia de neutralidad, independencia y no alineamiento a cuestas, vendría a compensar, por un lado, el enfriamiento de relaciones de Moscú con los partidos eurocomunistas. Por otro lado, en vísperas de la conferencia de Belgrado (el segundo Helsinki), la URSS tendría especia interés en frenar las tendencias independentistas o eurocomunistas (siquiera al estilo yugoslavo) de los partidos comunistas que gobiernan los países del Este.
Tito representa, en estos momentos, además, un elemento de balance europeo de fuerzas. Si España ingresara en la OTAN algún día, ¿quién ingresaría, a cambio, en el Pacto de Varsovia?, se preguntar algunos observadores.
Y el último frente de interés puede estar mirando hacia Pekín en donde Tito podría hacer de puente entre los nuevos dirigente chinos -que ahora celebran precisamente el XI Congreso del Partido Comunista- y los soviéticos que, abandonados por Occidente podrían desear el acercamiento China.
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