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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La autenticidad democráfica como esperanza

(Presidente de ARDE)

«No sólo la universitaria, sino toda la vida nueva tiene que estar hecha con una materia cuyo nombres es aytenticidad (¡oigan ustedes bien esto, jóvenes, que, si no,. están perdidos, ya que empiezan a estarlo!).» Así se expresaba Ortega y Gasset hacia 1930 respecto a la Universidad española. Parece oportuno invocar al pensador republicano trasladando con los. mismos subrayados y signos de admiración del autor esas palabras escritas para la Universidad de 1930 y aplicándolas a la democracia de 1977. Por si hubiera dudas, aclarémoslo con el párrafo siguiente, sin más que sustituir la idea de Universidad por la de democracia: «Una institución en que sefinge dar y, exigir lo que no se puede exigir ni dar es una institúción falsa y desmoralizada. -Sin embargo, este principio de la ficción inspira todos los planes y la estructura de la actual Universidad.»

Después de un período en que se-han logrado avances muy estimables para salir aírosamente de los cuarenta tenebrosos años, iniciamos una nueva etapa llenos de confusiones. Lo peor de la situación puede consistir en moverse dentro de ese nuevo período sin tener conciencia clara de que la .confusión ha sido provocada deliberadamente: se ha fingido tanto que es necesario un enorme esfuerzo para no sentirse perdido. Siguiendo el espíritu de Ortega, en estas circunstancias podemos decir que la ficción se ha impuesto y hace muy difícil y muy lenta la llegada de la autenticidad.

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Se ha fingido sustancialmente sobre la forma y los medios de llegar al poder, así como sobre la administración de ese poder, creando confusiones mayores que las, originadas en los últimos cuarenta años. Se ha abusado en cuanto a la distribución del poder público, manejando caprichosamente la idea de «legalizar» y desfigurándola, en otras ocasiones, como lamentables contratos de compra-venta, en el terreno político.

Ha sido necesario un inmenso esfuerzo por parte de este grupo de republicanos puros, apegados firmemente a las ideas limpias, víctimas de la violencia «legal», despojados felizmente de compromisos con los mercaderes de la política, para no dejarnos arrastrar desesperadamente por otros tipos de violencia a los que nunca acudimos más que con un espíritu estrictamente defensivo. Prohibidos por el poder político,acusados de «ilicitud penal», aunque las más altas autoridades judiciales se declaren incompetentes, perseguidos arbitrariamente por las autoridades públicas y amordazados por la mayor parte de los medios de expresión, los republicanos acaso nos convirtamos en la conciencia del próximo período que va a desembocar en una fase constituyente... ¡otra gran ficción! .

Frente a las confusiones y a las ficciones, los republicanos ofrecemos la esperanza de alcanzar la autenticidad. No nos hemos retirado por gusto, no hernois *estado ausentes por conveniencia ni por capricho: se nos ha retirado a la fuerza -¡a la fuerza «legal»!-, abusando de las reglas del juego sin lograr que cedamos un ápice en nuestra firme postura ideológica. Nuestro nombre, que representaba el pecado máximo en el juego del momento, ni se cede ni se cederá, porque representa la fusión más perfecta fu-sión frente a confusión- de la democracia integral con el liberalismo humanista. Donde ni la República ni el espíritu republicano van a poder hablar con autenticídad se nos va a ceder la voz en emocionadas actitudes que tendrán su trascendencia histórica.

Serán los republicanos catalanes que han podido llegar a las Cortes, sin ceder nuestro nombre común, qui ienes se conviertan en portavoces del republicanismo nacional, poniendo as¡ una marca de autenticidad en la solución de uno de los problemas más serios de la vida española, cuyo intento de encauzamiento bajo la Segunda República difícilmente podrá ser superado ni siquiera igualado.

Serán también los representantes socialistas quienes aporten otra muestra de autenticidad democrática, dando realidad a la conjunción republicano-socialista que fue restablecida en la clandestinidad del votb secreto por la base popular.

Ahí queda, como legado de nuestra ausencia forzada, elenorme caudal de legislación liberal, humana, noble. y justa, representado por la Constitución de 193 1, los estatutos de autonomía -con su original manera, doblemente democrática, de plantearlos y conseguirlos- y toda la legislación cívica derivada que fue, y sigue siendo, orgullo español, por su elevada categoría intelectual y *política. Nuestro sincero deseo sería que todo ello se pudiera mejorar o superar; dudamos que se logre con autenticidad. De habérsenos permitido, hubiéramos contribuido en la tarea de actualizar ese gran volumen legislativo, reconociendo que no es mucho lo que ha de modificarse o ponerse al día. A pesar de las prohibiciones, trataremos de contribuir desde fuera, noblemente, en la tarea de la actualización, al tiempo que lucharemos pacíficamiente por las reivindicaciones fundamentales.Una vez alcanzado este confuso panorama en que un poder ha conseguido llegar donde está por procedimientos muy distintos de como llegó aquel otro poder que se pretende prohibir y condenar,' los republicanos vamos a ser los ausentes silenciosos que sólo hablaremos en la intimidad de las conciencias, como víctimas de un cúmulo de ficciones, y es posible que nos transformemos en una presencia que encarne la autenticidad democrática como esperanza final.

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