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Lo fiscal, en el centro de la reforma económica

El ministro de Hacienda presenta hoy al Congreso el proyecto de medidas de actuación urgente para la primera fase de la reforma fiscal. Es, como se ha dicho, el primer íntento audaz y realista para acercar el. sistema impositivo español al vigente en los países europeos más avanzados socialmente. Con él se abre el turno de los debates parlamentarios que, en los próximos meses, deberán decidir cuestiones vitales para el futuro de la sociedad a la que representan. El tema fiscal es, en este aspecto, clave para el porvenir de la economía española.El proyecto supone, en principio, una paradoja política, al ser propugnado por un Gobierno de centro-derecha, en tanto que muchos de sus postulados proceden de la socialdemocracia. Coincide también con la mayoría de programas presentados por los partidos que hoy militan en la oposición de izquierdas, salvando leves matizaciones. No es de extrañar, pues, el apoyo casi unánime prestado a la iniciativa gubernamental por los grupos de oposición, que hace presagiar un blando debate parlamentario y una pronta aplicación de sus medidas. Tampoco conviene rasgarse las vestiduras por los recelos y contraofensivas de omnipresentes grupos de presión, que comienzan a adivinar el fin de sus particulares y privilegiados status fiscales.

Sin embargo, existe el claro peligro de que el primer proyecto que el Gabinete someta al debate parlamentario se atasque entre. la ausencia de rodaje y las excesivas matizaciones conceptuales que el tema fiscal es susceptible de admitir. La situación económica es grave, y su solución precisa de una nueva normativa fiscal, entre otras muchas cosas. En tal caso, es preciso llamar la atención de nuestros representantes para que circunscriban la discusión a los eventuales defectos del proyecto, evitando divagaciones teóricas, que sólo retrasarían la entrada en vigor de una norma que se adivina absolutamente necesaria, al margen de coloraciones ideológicas e intereses anclados en otros -aunque cercanos- usos y tiempos.

El Gobierno, por su parte, tiene también una importante responsabilidad. La capacidad redistributiva del futuro esquema fiscal será uno de los factores condicionantes del éxito del plan de austeridad que se avecina, y de ello debe ser consciente el equipo responsable de nuestra economía.

Ya desde su presentación, el Gobierno debió convencer a la sociedad de que una absoluta transparencia presidirá la aplicación de las futuras normas, que su rigor será igual para todos y que la era de las excepciones ha quedado en los anales de la historia. Sólo de ese modo era posible generar la imprescindible confianza en un país habituado a la defraudación y al ocultamiento de los datos fiscales, en muchos casos por motivaciones y usos estrictamente picarescos. Es indiscutible que sin la cooperación y la responsabilidad en el cumplimiento de los deberes tributarios de toda la masa social -incluidos sus legítimos representantes-, el futuro de esta 6 cualquier otra reforma fiscal es muy problemático.

Hay que decir que, por ahora, la presentación ha sido desequilibrada y, en el caso concreto de la presencia del titular de Hacienda en RTVE, escasamente clarificadora.

Otro punto importante es que la Administración debe dotarse de inmediato de los instrumentos técnicos para asegurar el cumplimiento de lo legislado. Los actuales son anticuados, insuficientes y con un alto grado de infrautilización. Ello coarta, por ahora, una mayor progresividad en el espíritu de la reforma, al incrementar la presión fiscal sobre las rentas del trabajo -más fáciles de controlar-, en tanto que se olvidan las de capital, cuyo control resulta más problemático y sólo puede concebirse efectivo a más largo plazo.

Finalmente, el Gobierno debe ser consciente de que el incremento de los recursos públicos que se derivará de la reforma debe ir precedido de una ordenación del gasto, eliminando duplicidades, corrupciones e irregularidades de todo signo. Se ha dicho muchas veces que la Administración española es cara, inadecuada y escasamente efectiva.

Si, como aseguraba el vicepresidente Fuentes Quintana hace dos semanas, la reforma fiscal es uno de, los elementos medulares del plan de saneamiento de la economía española, sus patrocinadores deben ser conscientes de lo que se. juegan en el envite.

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