Rechazo social de los separados
La legislación española oprime, reprime y exprime a la mujer. De cinco demandas de separación, tres las inician Im mujeres. Y, sin embargo, hasta hace unos años la mujer aguantaba y aguantaba situaciones matrimoniales degradantes, y sólo acudía a la separación cuando se encontraba desesperada. Afortunadamente, hoy la mayoría «no esperan a que las maten» para iniciar la separación, pero se arriesgan a quedarse en la calle. Generalmente, la mujer española no está preparada para trabajar, y las que tenían profesión antes de casarse, la abandonaron por la casa. Al ser el marido el administrador de los bienes gananciales, puede, si es poco honesto, poner los bienes comunes a nombres de terceros, y declarar que no hay nada que liquidar. De esta forma tan sencilla una mujer de 45 años, tras veinticinco años de matrimonio, puede encontrarse sin una peseta, y hasta para pagarse su propia separación tiene que pedir al juez que su marido le de una cantidad para gastos de abogados y tribunales. Una vez separada, su principal preocupación es encontrar trabajo, casi siempre en una boutique, si está bien relacionada. Y si no, no le queda más remedio que echarse a fregar. A la miseria hay que unir los problemas de alimentar y educar a los hijos, ya que la obsesión de la española es conservar a toda costa a los niños. «Teóricamente, el cónyuge necesitado tiene derecho a una pensión, pero si el marido se declara insolvente o simula un falso embargo, y justifica que no puede pagar, o paga dos meses sí y dos meses no, no hay nada que hacer» -explica la abogado Cristina Alberdi- El tema de la pensión es bastante polémico, ya que si vamos a una sociedad igualitaria, hombre y mujer tendrán que vivir de su propio trabajo. Pero la realidad de la que partimos es que a la mujer española se le ha negado hasta hace poco el vivir de su trabajo, desde el momento que no se le ha preparado para trabajar. Por otra parte, si los niños son pequeños y no existe o no se puede pagar una guardería, con alguien se tienen que quedar. Da lo mismo que sea el padre o la madre, y en este caso, o el Estado paga el seguro de desempleo al cónyuge que atienda a los hijos, oel cónyuge que trabaja da una cantidad al cónyuge que no puede trabajar.Pensiones reducidas
Si hay algo que nadie discute es que, a los hijos les mantengan entre ambos. Sin embargo, algunos españoles se niegan a pagar la pensión de sus hijos, simplemente para atacara su ex mujer o para conseguir que ella se los ceda con frecuencia. En los demás casos, las pensiones son muy reducidas, lo normal es que los profesionales medios (médicos, ingenieros) consigan no dar más que 5.000 pesetas por hijo. En cambio, los padres españoles suelen ser espléndidos en los regalos de reyes y de vacaciones. «Si no puede mantenerlos, que me dé a los niños», dicen, pero cuando algunas mujeres han dado este paso, se han visto cogidas entre la espada y la pared, y les devuelven otra vez su custodia.
En la actualidad, las separadas jóvenes no demuestran tanto interés por conservar la prole. «Si él es tan buen padre, mejor para todos. Y si es él el que rechaza a los niños porque no sabe d.Ó*nde meterlos, que al menos les mantenga.» El concepto de separada está cambiando a todos los niveles,y pocasson las que se resignan a ser viudas de un hombre vivo. En las ciudades, la separada trabaja y hace vida de soltera, y ya no le inquietan ni las envidias delas mujeres casadas ni las «miradas» de sus maridos. El 95% de las mujeres separadas no contraería matrimonio aunque pudiera -«estamos escarmentadas»- ' pero el 65% mantiene o ha mantenido alguna relación sexual. Muchas separadas han dejado de creer en el amor, otras han descubierto la sexualidad precisamente al separarse. Todas se sienten solas, «aunque tengamos relaciones sexuales no podemos convivir con el hombre que queremos».
Consecuencias
Los separados españoles también sufren las consecuencias de su fracaso matrimonial, aunque la sociedad les exija que disimulen y que no dramaticen su situación. Si el separado ya tenía amante antes de separarse, su vida se rehace pronto. En caso contrario, su primera reacción es meter en casa a alguien que le planche las camisas, o irse de putas. Poco a poco, empieza a buscar la mujer-com pañera, y establece una segunda familia. Algunos separados se deprimen tanto con el fracaso conyugal, que llegan hasta perder el trabajo, pero la mayoría lo que tiene que hacer es trabajar y ganar más, ya que casi siempre tiene que mantener dos familias, la de antes y la de ahora. En Hacienda, si está separado de hecho, tiene que declarar los bienes propios y los de su mujer, si la separación es legal, puede deducir de sus Impuestos la pensión que le paga a ella, siempre que acredite que le da esa misma cantidad. Los que tienen ambiciones políticas o profesionales tienen que hacerse a la idea de que.un separado no puede ser director general, ni catedrático -sí oposita ya separado-, ni director de banco. Muchos, además, renuncian a los seguros sociales y prefieren no estar ennómina, para ev 1 tar que su ex mujer se beneficie de sus cotizaciones o para impedir que ésta reclame parte de su sueldo. También puede ser desheredado si la
DI
Mujer con la que convive ha sido o es considerada prostituta.
Hijos con "`handicap" social
La patria potestad origina múltiples conflictos entre los cónyuges, y es otro factor que resalta la inferioridad de la mujer ante la ley. Tras la separación, lo más normal es que el padre siga ostentando la patria potestad y que la madre se encargue, en cambio, de su guarda y custodia. Así, ocurre que para sacar el pasaporte de un hijo la madre tiene que pedir permiso a un padre que le ignora y que quizá viva en otra ciudad. También puede suceder que el hijo necesite una beca porque viva con su madre y ésta no pueda sufragarle los estudios, y que el padre desaparezca o no quiera declarar sus ingresos reales, en cuyo caso, este niño no puede pedir esta ayuda. En algunos centros no se admiten madres separadas con sus hijos, y, en algunos colegios, no se les admite tampoco, no por ellos, sino por temor a que el padre no esté de acuerdo con esta decisión y les monte un show. « La patria potestad tiene que sustituirse -manifiesta Mariti San Nicolás- por una responsabilidad compartida.» El niño se traumatiza aún más, viendo que sus padres se odien y se espíen, y que es utilizado o «comprado» por alguno de ellos. No es bueno denigrar al otro cónyuge ante su hijo, ni tampoco ocultar sus defectos cuando son destacados. El hijo de separados acepta mejor la desunión de sus padres, si no idealiza a ninguno y comprende a los dos.
Los hijos que los separados tienen fuera del. matrimonio, los todavía llamados «adulterinos», plantean problemas desde que nacen, empezando por que su fiIlación es conflictiva. El hijo de padre separado sólo puede ser reconocido por la madre si es soltera, y si también fuera casada, o se le registra como hijo de padres «desconocidos» o, si el padre se lleva bien con su ex mujer, puede pedirle que adopte con él a este niño. Cuando es la separada la que tiene un hijo, si le tiene con un soltero éste puede reconocerle, alegando que la madre es «desconocida», o puede pedir a su marido que no le denuncie y que permita ponerle sus apellidos. Pero si el marido es poco liberal, además de no consentir que ese niño lleve sus apellidos, puede meter en la cárcel a su esposa. Algunas mujeres separadas se angustian tanto cuando se encuentran embarazadas que fingen una reconciliación con el marido, para luego decirle que el niño es suyo. Otro procedimiento para reconocer a los hijos propios es cambiarles la nacionalidad, pero todas estas triquiñuelas desaparecerían si existiera una única clase de filiación.Como consecuencia, los hijos nacidos fuera de matrimonio legítimo van a ir arrastrando el «handicap» toda su vida: no tienen Seguridad Social, no disfrutan los derechos que se derivarían de ser hijos de quienes son-, no participan de la herencia paterna, etcétera. Y siempre habrá alguno dispuesto a señalarles con el dedo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.