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El pacto social británico, virtualmente muerto

Juan Cruz

No habrá más restricciones salariales en Gran Bretaña, pero el contrato social no ha muerto del todo. En el undécimo presupuesto que el Gobierno laborista presenta en tres años, el ministro de Hacienda, Denis Healey, abandonó ayer las esperanzas de conseguir acuerdos con los sindicatos para congelar los sueldos. Ha pedido moderación, ha señalado que con un incremento del 10% todo el mundo debía sentirse feliz y ha hecho algunas promesas para obtener ese virtual apoyo de los poderosos Trade Unions.

Pero el ministro no anunció ninguna medida para controlar la importación y los precios, y ambas omisiones han indignado a los sindicatos, que a partir del presente período de restricciones, que acaba en agosto, presionarán para lograr de sus empresas aumentos de hasta el 90%, como en el caso de los mineros.El, fracaso del Gobierno en su lucha por lograr un tercer año de sacrificios salariales no significa ,que haya acabado el pacto social que une desde 1973 a los laboristas y el Congreso Sindical. El pacto fue firmado cuando aún no estaban en el poder los laboristas. Las restricciones de sueldos son una parte esencial de ese acuerdo y con su cumplimiento el actual Gobierno trataba de asegurar la lucha contra la inflación y el desempleo.

Promesas sociales

El pacto social, «virtualmente muerto» ahora, comprende los principios básicos de la teoría socialista del movimiento laborista británico, y compromete al partido signatario a defender, cuando se halle en el poder, la igualdad entre los sexos, la lucha contra la discriminación racial, la cogestión de las empresas, la democratización de la enseñanza y la creación d e empleos para jóvenes, pensiones para los viejos, entre otros elementos.Esas promesas siguen en pie. Lo que ocurre ahora es que será más difícil cumplirlas, porque la Administración duda de que sea capaz de proveer de empleo a la juventud, por ejemplo, si no reduce la tasa de inflación Por debajo del 10%. Actualmente es cercana al 20%. Los efectos del pacto social debían fructificar en 1980, cuando expira el acuerdo y cuando este país confía en tener el petróleo del mar del Norte, una especie de «Eldorado» con el que los británicos que se hallan en el poder esperan resolver todos sus problemas.

Por eso, ayer, Denis Healey pidió que no se produjera una explosión salarial, aconsejó a los empresarios que fueran generosos, pero pidió a los trabajadores. que guardaran cualquier convenio colectivo libre por un mínimo de doce meses.

Healey intentó salvar la moral de unos y otros congelando los dividendos de las empresas, lo que indignó a la City, y manteniendo liberados los precios, lo que satisface a los empresarios. Por otro lado, ha aumentado subvenciones familiares y ha reducido en un penique por cada libra los impuestos sobre los salarios.

El ministro de Hacienda cree que los sindicalistas británicos no provocarán ahora una situación parecida a la de 1975, cuando se introdujeron las medidas restrictivas que ahora se levantan formalmente.

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