Disminuye la tensión en la frontera con Belice
El acuerdo a que llegaron ayer en Washington el canciller guatemalteco, Adolfo Molina Orantes, y el vicesecretario del Foreign Office, Ted Rowlands, para reducir la tensión entre Belice y Guatemala, ha servido para quitar, momentáneamente, el detonador a un conflicto que se consideraba inminente. No obstante, este viernes, las tropas inglesas y guatemaltecas permanecían en alerta a ambos lados de la frontera.Las negociaciones, que se desarrollaron durante el miércoles y el jueves en la sede de la OEA (Organización de Estados Americanos), y que pasaron por momentos muy difíciles, abordaron -según un comunicado publicado al final de las mismas- el modo de resolver por medios pacíficos y armoniosos la controversia sobre el futuro de Belice, tomando en consideración los intereses de las partes involucradas. Los ingleses explicaron los procedimientos para llevar la colonia a la independencia, y pusieron de manifiesto que dicho proceso, tomará mucho tiempo, será público y no se tomará ninguna determinación inmediata en favor de la independencia de Belice. El vicesecretario Ted Rowlands visitará próximamente Guatemala para discutir la próxima ronda de negociaciones. Guatemala, pues, por el momento, ha obtenido una satisfacción al lograr que, ante sus amenazas de invasión de Belice, Inglaterra adoptara una actitud de espera para conceder la independencia a la colonia. Los guatemaltecos, sin embargo, no parecen fiarse demasiado de las intenciones de los británicos, y hasta que no vean que éstos reducen su contingente militar, aumentado durante el día de ayer con efectivos de tropas especiales, transportadas por avión desde Gran Bretaña, así como por aviones de despegue vertical Harriers y un navío portamisiles, no modificarán el estado de alerta de sus propias tropas.
El subsecretario de Relaciones Exteriores de Guatemala, Alfredo Obiols, al conocer la llegada a Belice de veinte aviones de transporte con tropas británicas, afirmó que «a falta de argumentos jurídicos, los británicos recurren a actos de intimidación». «La presencia de tropas británica! en Belice podría degenerar en un conflicto armado», añadió.
El acuerdo logrado ayer en Washington es solamente, en opinión de observadores diplomáticos de esta área, un compás de espera de la crisis. Se estima, en efecto, que lo que ha buscado Gran Bretaña ha sido ganar tiempo, para que el caso de la independencia de Belice llegue, una vez más, a la Asamblea General de las Naciones Unidas, que ya el pasado año se mostró masivamente en favor de la autodeterminación de ese pueblo. Los argumentos jurídicos en que Guatemala trata de apoyarse al decir que recibió Belice en herencia de España, en el momento de su independencia, no bastarán, sin duda, para convencer a los delegados del Tercer Mundo, que apoyarán una vez más a Belice.
Pero Guatemala juega con unas peligrosas cartas que preocupan mucho a Estados Unidos -aunque hasta ahora Washington se haya mantenido al margen de la disputa-, y es que en caso de conflicto éste pudiera generalizarse en el área de Centroamérica, poniendo, entre otras muchas cosas, en grave riesgo al canal de Panamá. Los observadores diplorriáticos piensan que, sin duda, Guatemala recibiría ayuda de El Salvador y Nicaragua. Por otra parte, Guyana, Jamaica, Trinidad-Tobago_y Panamá parecen estar decididas a enviar tropas a Belice. México, por su parte, aunque no tomará parte activa en una eventual contienda mantiene una postura de apoye abierto a la independencia beliceña.
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