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Peligra el pacto social británico

Juan Cruz

Los dos sindicatos más poderosos de Gran Bretaña, el General de Trabajadores, con cerca de dos millones de miembros, y el de Mineros, ya se han manifestado en contra de los controles salariales impuestos por el Gobierno según el pacto social que desde hace dos años rige en el Reino Unido.La negociación de un tercer año de restricciones debe empezar en agosto, al expirar la presente fase, durante la cual los aumentos de sueldos se han limitado a un 4,5 %.

Los mineros, que votaron anteayer, piden la negociación de aumentos hasta un 90% del salario, a comenzar a partir del 1 de noviembre. Los delegados del Sindicato General de Trabajadores pidieron ayer el urgente retorno a la libre negociación colectiva.

Una decisión con respecto a ambas mociones no se espera hasta que el Congreso General de los Sindicatos, el TUC, celebre su asamblea, a primeros de septiembre. En esa ocasión se estudiarán los deseos del Gobierno, que quiere una renovación de las restricciones salariales, aunque promete ser más generoso en su propuesta de porcentajes. Lo que se decidió ayer es que los trabajadores no están dispuestos a seguir hablando del contrato social.

Aparte de las restricciones salariales, en el pacto social se incluyen elementos de apoyo a las reivindicaciones de los trabajadores británicos sobre pensiones y control de precios, entre otros. La presión internacional para que el Reino Unido hiciera descender su gasto público ha imposibilitado la consecución de algunas de las promesas gubernamentales, alegaron ayer los sindicalistas que se pronunciaron contra la filosofía de este acuerdo.

El resultado más significativo de las dos votaciones de las últimas 48 horas ha sido el que se produjo en el congreso del Sindicato General de Trabajadores. Su líder, Jack Jones, hizo un llamamiento a sus afiliados para que votaran por un «ordenado y seguro retorno a la negociación colectiva», sin abandonar los compromisos salariales pedidos ahora por la Administración. Con la derrota de su «moción moderada», en la que de hecho pedía una tercera fase de los controles salariales, Jones abandona su liderazgo, del que se retira, pero todavía tiene tiempo para impulsar al TUC a apoyar al Gobierno.

No sirvió el aire preelectoral que Jones le dio a su intervención final: «Si se vuelve a la libre negociación de salarios inmediatamente, tendríamos muy pronto el desastre económico en Gran Bretaña y volvería el Gobierno reaccionario de los conservadores, que aplicaría medidas restrictivas aún más poderosas». La decepción de los trabajadores, ante el contrato social fue resumida por el líder de los camioneros que respondió al secretario general del sindicato más poderoso de este país: «Preferimos ir al infierno con un Gobierno tory que aceptar la traición que el laborismo le está haciendo a la causa socialista.»

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