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Ni ayuntamientos ni diputaciones están dispuestos a dimitir en Euskadi

Ni los alcaldes vascos contestatarios, del llamado «grupo de los 65" ni los herederos directos del franquismo, parecen dispuestos en su mayoría a dimitir de sus cargos antes de que se celebren las elecciones municipales, tal como lo han pedido los miembros de la asamblea parlamentaria de Euskadi.Las razones en las que se apoyan unos y otros son, sin embargo, bien distintas. He aquí las que a título personal, sin que vinculen a los demás componentes del grupo de los 65, ha expuesto a EL PAIS el alcalde de Vergara, José Luis Elcoro:

«Antes que nadie y en sucesivas ocasiones nosotros hemos planteado la necesidad de un cambio urgente en los Ayuntamientos. Este planteamiento sigue en pie, pero no quiere esto decir que vayamos a dejar de inmediato los ayuntamientos en manos de los partidos que han ganado las elecciones legislativas. Queremos devolver cuanto antes el poder municipal al pueblo directamente, no a través de unos partidos a los que se ha votado precisamente para que actúen en las Cortes. Estamos convencidos, por otra parte, que los criterios que han prevalecido en las legislativas, no serán probablemente los mismos que se consideren en las municipales. Aplicar los mismos resultados a una esfera y a otra nos parece antidemocrático, más propio del período que estamos superando.»

Esta opinión es compartida por sus compañeros de grupo, algunos de los cuales han añadido, que la gestión municipal se vería notablemente entorpecida con el traspaso de poderes a unas comisiones gestoras que a su vez deberían hacer lo propio en unos pocos meses con las corporaciones legítimamente elegidas.

La posición de los otros alcaldes vascos, erigidos ahora en el último reducto de la democracia orgánica, es idéntica en cuanto a su negativa a dimitir, pero sus argumentos son de otro tenor. Se trata, una vez más, del tan manejado principio de autoridad: ellos son alcaldes según la ley y lo seguirán siendo hasta que se convoquen las elecciones municipales.

El señor Valimaña, alcalde accidental de Pamplona, declara al respecto: «No pienso dimitir, ni se me ha pasado por la cabeza. De todas formas, de dimitir tendríamos que hacerlo todos.» El alcalde accidental de San Sebastián, señor Otazu, está en la misma onda: «Oficialmente no tenemos ninguna noticia del asunto y salvo que se dicte alguna norma legal, no creo que se plantee a nivel corporativo. Habrá que ver cómo se desarrollan las cosas y decidir si se trata la cuestión de forma personal o conjunta.»

El alcalde de Bilbao, José Luis Berasategui, no se ha pronunciado de forma tan rotunda. Considera que la opinión de los parlamentarios es importante porque son ellos quienes ahora representan al pueblo, pero que debe pensarlo con detenimiento. Añade que él personalmente está deseando dejar el cargo cuanto antes, -afirmación que ha repetido desde su toma de posesión- y que hará lo que sea mejor para Bilbao.

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Junto a la dimisión de los alcaldes, los parlamentarios quieren también la de los presidentes de Diputación, pero su exigencia parece que va a tener en este terreno una negativa todavía más tenaz.

El caso de Navarra es especial, porque se rige por una normativa foral, pero es totalmente improbable que Amadeo Marco esté dispuesto a abandonar su poltrona de vicepresidente, que ocupa por la democrática razón de ser el consejero foral más antiguo.

El presidente de la Corporación vizcaína, Augusto Unceta-Barrenechea, ha declarado con absoluta claridad que no piensa dimitir. Parece, pues, haber superado definitivamente las tentaciones dimisionarias que le entraron meses atrás cuando el señor Martín Villa legalizó la ikurriña.

La posición del señor San Martín, presidente en funciones de la Diputación de Guipúzcoa, es más flexible: «Estoy dispuesto a dimitir, -declaró ayer a EL PAIS- pero que hablen antes con el presidente Suárez y que éste adelante las elecciones o dé normas concretas para la cesión de poderes. Puedo adelantarle de todos modos que no pienso presentarme a las próximas elecciones.»

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