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Nueva y mejor planteada ofensiva del movimiento torero femenino

Tras la irrupción de las toreras en el Boletín Oficial del Estado, donde se derogó la prohibición que existía para que las mujeres intervinieran en la lidia, hubo una invasión de toreo femenino, y avispados hombres de negocios taurinos formaron cuadrillas de mujeres para explotar lo que supusieron era un filón.No fue filón: Vista una, vistas todas -pareció decirse el público-; el toreo femenino dejó de ser novedad casi de inmediato. Los tiempos no están para que se repitan las escabrosas peripecias de la Tía Marizápalos, ni encaja el toreo femenino en versión arriero, como parece ser que gustaba a cierto público de otras centurias. Y como, por otra parte, ninguna de las que se presentaron en los ruedos, al producirse la autorización, tenía calidad ni oficio, declinó el interés por sus actuaciones.

Pero la semilla prendió y una nueva oleada se produce ahora, con mayor fundamento, lo que hace predecir que el toreo femenino puede perdurar, a partir de las espadas, diestras o coletudas que en esta temporada alternan con sus colegas varones. Se habla de que es Mary Fortes la más valerosa de las que se encuentran en activo, aunque quizá la que mejor conoce el oficio sea Maribel Atienza, en estos momentos con nueve actuaciones y en séptimo lugar dentro del escalafón de novilleros.

Angela, la pionera, la que más y mejor luchó por que el toreo femenino a pie entrara en la legalidad, ha perdido fuerza, y el domingo se la vio en San Sebastián de los Reyes no se sabe si más nerviosa que asustada. Una voltereta la metió en la enfermería, de donde no volvería a salir. En el mismo festejo la mexicana Rosa de Alba -una chiquilla de diecisiete años- le echó coraje al toreo ecuestre, aunque sin mucho lucimiento, posiblemente porque los caballos que utilizó no son suyos, sino de Lolita Muñoz. Y pie a tierra asombró a la afición porque sacó partido al novillo, que estaba aquerenciado en tablas, y consiguió muletazos hondos, que instrumentó con sabor y pasándose alares por la faja (quiero decir la faja torera, y sí, también la otra, vale).

En el tendido estaban Rosarito de Colombia, Mari Cruz Gómez y Alicia Tomás, las otras pioneras (en segundo grado) de cuando se derogó la prohibición, que pedían otra oportunidad, y para ello le daban cuerda al empresario, que se hacía de jarope.

Es decir, que el movimiento feminista en el toreo, otra vez, está de actualidad y acaso podría cuajar. Pero no estaría de más que se mirara por que la competencia con el toreo masculino se produzca en igualdad de condiciones, ya que igualdad de condiciones pidieron las mujeres. Pues lo que suele ocurrir es que ellos toreen un cierto tipo de novillos y ellas otro, menos serio. Por ejemplo, Maribel Atienza, que alternaba con novilleros en Valencia, el domingo, no entró en sorteo y su lote era incluso de distinta ganadería. Lo mismo ocurrió con Angela, en San Sebastián de los Reyes, que tampoco sorteó para su mano a mano con José Luis Ortega. Es decir, que si han de competir debe ser en buena lid, y si no, que las mujeres intervengan en unos festejos, ellas solitas, y los hombres en otros, hasta que aquéllas estén en condiciones de atreverse con todo, como se le exige a cualquier torero que tome en serio esta profesión.

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