La moviola de Arias
Aquí ha indignado mucho al personal el que Arias Navarro llegase a Prado del Rey con una moviola debajo del loden, para pasarnos unas filmaciones de su vida, en plan vacaciones sin Kodak son vacaciones perdidas. A mí, como a Ruiz-Gallardón, no me parece mal que Arias los haya contado su vida en imágenes para hacerse la propaganda con el Rey, con Franco, con las cosas que inauguraba cuando era alcalde. Lo que siento es que a los políticos les den tan poco tiempo, hombre, para la propaganda electoral, porque Arias Navarro, ya puesto, podía haber sacado el telefilm de la represión en Málaga, los contubernios municipales de la Torre de Valencia y otras torres, los fusilamientos y enterramientos de Hoyo de Manzanares.El otro día iba yo a Barcelona a la cosa editorial, como siempre, y me encuentro a uno que trabaja en lo del cine porno, esos cortos eróticos que se fabrican ya en España para ver en familia, porque el caso es mantener a la familia unida, que es la célula fundamental, bien sea con el rosario o con la garganta profunda -e insaciable- de Linda Lovelace:
-Esto es un negocio, macho -me dice el cortoporno- Nos estamos forrando.
Y a mí, como soy hombre de luces, se me ocurrió en seguida otra idea que puede ser una pasta. O sea el corto político. ¿Por qué no hacer filmaciones breves, de diez o quince minutos, con Fraga de falangista, con Arias de juez, con Fernández de la Mora de ministro, con Girón de estanciero? En los archivos de No-Do y de Televisión hay material para eso y mucho más. Concretamente, el llanto de Arias leyendo lo de atado y bien atado tenía que andar ya en cassettes, redondos y dieciséis milimetros, Eso es una cosa que hay que guardar. Cuando decae el pijama-party y ya no queda nadie por quitarse el pi jama, les pones un corto de Arias en el Valle de los Caídos o de Fraga buscando la bomba en el fondo del mar, como las llaves del matarile, y ya has salvado la noche.
En todo caso, ya digo, a mí me parece que no se pasó, el señor Arias, dándonos unas imágenes de su vida por televisión. En todo caso se quedó corto. Podía habernos dado mucho más: fusilamientos en Málaga, represión en León, especulación en Madrid, erección de la Torre de Valencia, y otras torres y otras erecciones. Sobre todo, ese momento, que pasará al Espasa, cuando le dicen que si va a rechazar la estatua de Chillida para el Museo al Aire Libre, y replica:
-Si no me preocupa Goya, no me va a preocupar Chillida. También le podían haber sacado en Salinas, donde veraneaba, leyendo Chacal y Oh Jerusalén, que le contó a un periodista que ese verano había leído mucho, y le dio tan cultos títulos. Otros espectadores, más sanguinarios, habrían querido ver condenados, fusilados y muertos en el revival Arias. Yo, que siempre me voy por la vía cultural y estética, eché de menos los grandes momentos intelectuales en la vida de don Carlos.
Me lo dijo Oriana Fallaci hace poco, cuando estuvo en Madrid:
-Los fusilados de Hoyo de Manzanares no tienen lápida. Alguien quita las lápidas. Bueno, pues faltó en el programa Arias una sobreimpresióno una transparencia o como rayos se llame eso, con las tumbas anónimas en el cementerio clandestino. Don Carlos seleccionó bien su material gráfico, pero, claro, no le dio tiempo a meterlo -todo.
-Es que sólo metió lo bueno dice el parado.
No creo. No creo que don Carlos tenga que avergonzarse de los muertos, los fusilados, las torres, los escalextrics, los espíritus de febrero ni los espíritus de los condenados a muerte. Lo que pasa es que Suárez lo ha planeado todo cicateramente y a su favor, que diez minutos no dan para nada, pero Arias Navarro pudo haber paseado la moviola por Vitoria y Montejurra, para meterle un poco de paisaje y bucolismo al programa. No se ha pasado, ya digo. Se ha quedado corto. A ver si un día le lleva Soler Serrano a su programa A fondo y nos lo cuenta todo más despacio. Hay tela.
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