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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

¿Quién quiere las elecciones?

EL SECUESTRO de Javier de Ybarra era la peor noticia posible -aunque nada sorprendente- ante un Consejo de Ministros del que se esperaba alguna medida de alta política en relación con los últimos sucesos del País Vasco. La semana negra de Euskadi alcanza así su perigeo.Vaya por delante la condena que un hecho así debe suscitar en el ánimo de ciudadanos dignos de tal apelativo. Pero en estos momentosque se deterioran políticamente en progresión geométrica sobran los lamentos morales y faltan, quizá, las reflexiones. Lo que está pasando no es un ataque táctico contra personas o instituciones o proyectos políticos de futuro, sino una operación estratégica de alto porte contra las elecciones del 15 de junio. Operación que aúna intereses varios y hasta posiblemente encoritradol, y en la que también colaboran a su modo, y por pasiva, los incompetentes y los profesionales del miedo político.

Contra las elecciones de junio está el terrorismo de ETA, que no puede ser ni aprobado ni justificado por el hecho de que aspiraciones del pueblo vasco sean o no satisfechas antes de los comicios.

Contra las elecciones de junio está el terrorismo de la derecha, que entiende que hacer Patria es asolar periódicamente Donosti y tirotear a sus habitantes, en una actitud de revancha y venganza tan execrable como los hechos a que responde.

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Contra las elecciones de junio se encuentran los políticos que son incapaces de ver los problemas de Estado y de orden público sin mirar tras el alza de un fusil.

Contra las elecciones de junio pueden hallarse individuos y grupos de toda laya y condición, activos y pasivos, terroristas a sueldo, profesionales del nihilismo, políticos cínicos, partidos oportunistas de los del programa del pan para hoy, aunque se procure el hambre de mañana.

El día 15 no entraba en el cómputo romano como ídus de junio. El 15 era fecha de marzo, mayo, julio y octubre. Pero aquí y ahora se está produciendo la constelaclón de los astros y nos estamos inventando unos particulares y fatídicos idus dejunio. Una situación preelectoral gaseosa se encuentra en vías de solidificación por donde menos le conviene a la salud pública. Ya alguna vez se ha escrito en este periódico que el objetivo es llegar al 15 dejunio. No se nos dejará de reconocer que no se puede rebajar más un objetivo nacional. Pero la amarga realidad es que lo mejor de esta sociedad puede darse por satisfecha si estos idus de junio deparan diputados -sean los que fueren- y no salvadores de la Patria, papeletas electorales y no casquillos.

¿Y el asunto vasco? El utopismo revolucionario es la peor de las recetas a aplicar y la más fácil de manipular por los enemigos de la democracia. Si ese utopismo, como en el caso de ETA, ampara la acción del crimen, amenaza con llevar al país a la espiral permanente de la violencia. Pero el Gobierno no debe caer en la trampa, y ha de demostrar que posee otro tipo de respuestas que el de la mera represión. Esta vez, con la oferta de excarcelación -y extrañamiento- de los presos vascos, por lo menos ha dado un comienzo de respuesta racional.

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