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Fallos en los sistemas de seguridad y prevención de la plataforma "Bravo"

Las compañías que explotan los yacimientos petrolíferos del mar del Norte, donde ha ocurrido la catástrofe de la plataforma «Bravo», rechazaron hace tres años un proyecto de seguridad y prevención de derrames, ofrecido por la compañía norteamericana Red Adair, informó ayer Knuth Daehling; director general de Industria de Noruega.Expertos de esta compañía están tratando de taponar el pozo petrolífero de Ekofisk, por el que fluye incesantemente petróleo. La Red Adair intentá en la época citada vender a las empresas que operan en la zona un barco especial, construido para actuar en este tipo de catástrofes. Sin embargo, las compañías petroleras no se pusieron de acuerdo y, concretamente, la Phillips Company, la única que opera en el sector noruego del mar del Norte y que explota la plataforma «Bravo», optó por la adquisición de un barco contraincendios de carácter convencional.

Por otro lado, el director del Observatorio del Mar, instalado en la isla de Embiez (Francia), Alain Bombard, ha declarado a dos diarios de París que la citada plataforma carecía de válvulas de seguridad, «a pesar de que son obligatorias». El científico francés afirma que ya había advertido tiempo atrás sobre «los considerables riesgos que entraña una explotación petrolífera en un mar profundo, sometido a violentas tempestades».

Precisamente, los técnicos de la Adair, que han conseguido llegar hasta la plataforma gracias a la mejoría del tiempo, están procediendo a instalar una válvula de seguridad en el lugar donde se encuentra la rotura, situada a unos cuarenta metros sobre el nivel del mar.

Mientras tanto, la «marea negra», de una extensión de cincuenta kilómetros por veinte, se mueve en dirección Este-Oeste y se encuentra a unos 250 kilómetros de la costa más cercana, Noruega.

Por su parte, la Comisión de la Comunidad Económica Europea dedicó ayer sus trabajos al estudio de los posibles efectos de la fuga petrolífera y los daños que podría causar. En los me,dios comunitarios de Bruselas consideran que no afectará al abastecimiento petrolífero de la Comunidad, aunque sí temen graves repercusiones ecológicas que podrían repercutir sobre las zonas de pesca más ricas de la CEE.

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