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Entrevista:

Tres millones de pesetas, deuda diaria del Ayuntamiento sevillano

El Ayuntamiento de Sevilla registra actualmente un déficit de mil millones de pesetas, cantidad que se verá irremisiblemente duplicada al final del presente año, si antes no se adoptan determinadas medidas por parte de la Administración central. Este estado de «suspensión de pagos permanente» afecta ya inclusive a las nóminas de los funcionarios municipales. Fernando de Parias Merry, alcalde de la ciudad, conocido miembro del Opus Dei, expone para EL PAIS la caótica situación económica del Ayuntamiento sevillano.

EL PAIS. El estado actual de angustiosa situación económica del Ayuntamiento de Sevilla no puede considerarse como un fenómeno aislado, sino que pertenece a un contexto generalizado. ¿Cómo se gesta este fenómeno que parece desembocar en una situación de quiebra económica?Fernando de Parias. A final de 1975 se produjo, por primera vez desde hacía muchos años, un déficit importante. Los cinco ayuntamientos mayores de Espana de régimen común -Valencia, Bilbao, Zaragoza, Málaga y Sevilla no pudieron presentar un proyecto de presupuesto para 1976, porque los ingresos que les permitía la ley vigente eran inferiores a los gastos ordinarios obligados. Desde entonces, seguimos igual en estas grandes ciudades. Por otra parte, los costes de los servicios se han encarecido notablemente, y la ley de Bases de la Administración Local es inoperante para los grandes ayuntamientos. Madrid y Barcelona tienen un régimen especial. Sevilla lo necesita también sin demora. Necesitamos, pues, que el Gobierno nos aumente la participación en los ingresos del Estado, según hemos solicitado por acuerdo plenario. Hay que tener en cuenta que cada día que pasa gastamos diez millones de pesetas de obligaciones ordinarias e ingresamos sólo siete millones.

EL PAIS. Existe una opinión generalizada que señala que la «filosofía política» del antiguo régimen propiciaba el endeudamiento de los grand es ayuntamientos españoles para asegurarse la fidelidad de los alcaldes, que se veían obligados a peregrinar asiduamente a Madrid. ¿Usted aceptó este estado de cosas?

F. P. Permítame que le responda que su planteamiento me parece un poco simplista. Las fidelidades estaban aseguradas de otro modo, y no me parece que nadie tuviese interés en crear dificultades, conscientemente, a los municipios. Lo que ocurre es que el régimen se basaba en una filosofía autoritaria y centralista, en la que los municipios, pese a ciertas declaraciones pragmáticas, eran piezas de segundo orden. Todo este estado de cosas está cambiando y yo estoy orgulloso de contribuir al cambio desde dentro.

EL PAIS. Los sevillanos no solamente presentan una de las tasas más bajas del país en lo tocante a su contribución en los impuestos municipales, sino que actualmente se niegan formalmente a pagar cualquier impuesto. ¿Cómo explicaría esta «indisciplina ciudadana»?

F. P. El que los sevillanos tengan una tasa baja de impuestos es una afirmación muy relativa, que no puede aceptarse sin importantes matizaciones. Ahora estamos haciendo unos estudios para clarificar mejor la cuestión. La intervención de fondos está trabajando denodadamente en este sentido, e incluso ha venido a colaborar un inspector nacional del Ministerio de la Gobernación. Por otra parte, los sevillanos pagan sus impuestos municipales, aunque existe alguna demora en los pagos. Probablemente no será ajena la situación general del país, y no nos engañemos: es necesaria la reforma fiscal en profundidad: una mentalización de que los impuestos tienen que ser mayores, y que no hay que evadirlos. Cuando esto suceda de una manera justa y general para los impuestos estatales, será más fácil aplicar los impuestos municipales.

EL PAIS. También debe de incidir en el problema el desolador panorama que ofrece el Ayuntamiento. El sistema de recogida de basuras es deficiente, los transportes públicos, caros, escasos y sucios; la red viaria de la ciudad se ve impotente para darle fluidez al tráfico; no existen aparcamientos municipales. Desde esta perspectiva, ¿cómo se puede obligar a un ciudadano a que pague sus impuestos?

F. P. No puedo aceptar un planteamiento enteramente derrotista, que me parece injusto. Usted dice que la recogida de basuras es deficiente, pero la realidad es que cada mañana la basura de las casas de Sevilla es recogida puntualmente. Hace poco, el representante de un importante municipio americano me decía que es sorprendente que la basura se recoja a diario, ya que ellos, con mayores medios, lo hacen semanalmente. Respecto a los autobuses, le diré que los precios son políticos, y con respecto al tráfico, en una ciudad de casco antiguo como Sevilla, sólo podrá arreglarse dando preferencia a los transportes públicos y que nos acostumbremos a usarlos en vez de los vehículos propios.

EL PAIS. Desde que comenzó este período llamado de transición, usted procura con mucha habilidad tomar medidas populares, algo inusual en los alcaldes sevillanos. ¿Quiere decir esto, su actitud, que está cuidando su imagen pública cara a las próximas elecciones, o bien con las miras puestas en las primeras elecciones municipales democráticas?

F. P. Procuro actuar como me dicta mi conciencia y mi formación humana y política. Creo sinceramente que me debo a los sevillanos, sin distinción alguna, y no hago demagogia cuando digo que me preocupan fundamentalmente los problemas sociales, que tienen un rango prioritario. Ahora mi preocupación obsesiva es trabajar por Sevilla y resolver algunos de sus más importantes problemas. En el futuro, Dios dirá, pero le repito que me siento responsable de que el cambio político, que el Rey ha impulsado desde el primer día de su reinado, llegue a darnos un amplio y estable marco democrático en el que vivamos con prosperidad y justicia todos los españoles. Le afirmo tajantemente que no me presentaré a las próximas elecciones, y en cuanto a las municipales, están todavía muy lejos.

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