El Gobierno surafricano fracasará políticamente en Namibia
EL PAIS.: A pesar de la hostilidad manifestada por las Naciones Un das, el Gobierno de vorster ha proclamado días atrás que las ne gociaclones de Turnhalle han teni do, como primer resultado, un proyecto de constitución para un Gobierno provisional de Namibia. ¿Cuál es su opinión al respecto? Martti Ahtisaari: Yo espero que quienes participan a la reunión de Turnhalle se den cuenta de las graves implicaciones internacionales que tienen las medidas que están tomando. Los que dialogan con el Gobierno de Pretoria están participando en un acto antidemocrático que no será reconocido ni interna ni externamente porque en modo alguno va a salir de allí la real independencia de Namibia. Por el contrario, en Windhoek se intenta perpetuar el dominio de las viejas reglas.
EL PAIS: No obstante, Suráfrica parece decidida a conceder la independencia del territorio a una fracción de representantes africa nos que descarta por completo al SWAPO. ¿Qué medidas tomará la ONU en ese caso?
M. A.: La ONU no puede adoptar ninguna medida militar si hacia ese terreno se dirige su pregunta. Pero el Consejo de Seguridad de la ONU ya adoptó una resolución el ano pasado por la cual se condena ba la Conferencia de Windhoek y se determinaban los puntos esenciales que deben presidir las elecciones que abran el canimo a una independencia auténtica.
Si pese a ello, Pretoria declara que el territorio pasa a ser una nación independiente, sin eleccpries controladas por la ONU y sin la prese:ncía del SWAPO, la ONU rechazará esa decisión y votará nuevas niedidas de boicot y represalia.
EL PAIS: ¿Bajo qué condiciones reconocería la ONU a una Namibia independi ente, aparte, por supuesto, de la participación del SWAPO?
M. A.: La primera de las condiciones es el reconocimiento efectivo elel SWAPO como el legítimo representante del pueblo de Namibia. La ONU lo ha reconocido así por una mayoría abrumadora.
En segundo término, la ONU considera que la celebración de elecciones debe efectuarse bajo la supervisión y control de la organización internacional.
Otros requerimientos son la retirada del ejército y de las fuerzas de policía surafricanas de Namibia y la abolición de las instituciones que reposan sobre bases puramente étnicas.
Apoyo de la CEE
EL PAIS: Recientemente usted ha recorrido diversas capitales europeas para exponer el caso de Nanubia Y solicitar apoyos gubernámeritaíes a la posición de la ONU y el SWAPO. ¿Qué resultados ha dado esa gira?M.A.: Del recorrido que hemos realizado emergieron signos muy esperanzadores, en particular en lo que trata a la asistencia financiera y técnica al Instituto de Namibia, que, como es sabido, puede considerarse como la verdadera Universidad de donde saldrán los cuadros de la Namibia independiente.
El Fondo de Desarrollo Europeo, perteneciente a la Comunidad Económica Europea, ayudará al Instituto en el marco del programa regional establecido bajo la convención de Lomé y, según el cual, los nueve de la CEE sostienen los esfuerzos de los países del Tercer Mundo. La CEE ha determinado también enviar una delegación a Lus aka para examinar sobre el terreno las necesidades del Instituto.
EL PAIS: ¿Cómo juzga usted la actitud de la nueva Administración norteamericana sobre Namibia?
M. A.: Mi opinión personal es que esa actitud es esperanzadora. Estados Unidos ha dado a conocer con claridad su negativa hacia la solución de Turnhalle, y eso es un elemento positivo, pues bajo tal premisa puede afirmarse que el Gobierno surafricano se dirige hacia un grave revés político en Namibia. Mi esperawa es que esa actitud de Estados Unidos sea secundada ahora por su apoyo positivo en el terreno de la práciica, de modo a lograr que Suráfrica acepte negociar con el SWAPO.
EL PAIS: Su predecesor, Sean Mac Bride, afirmó en una ocasión que el peso de la ONU haría retroceder a Pretoria, pues sería difícil, que Suráfrica mantuviera perennemente su desafío a la Organización. ¿Considera usted válida esa fórmula?
M. A.: Es cierto que el caso de Narnibia permanece sin solución en la agenda de las Naciones Un¡das desde hace largo tiempo, pero no significa que la República Surafricana se estime hoy más fuerte que en 1964, cuando fue relevado el Plan Odendaal para la creación de bantustanes en Namibia.
Tal vez hemos pecado de demasiado optimismo, pero no sería la primera vez ni será la última en que la ONU actúe de esa forma, ya que ella no puede imponer una solución, en plazo determinado al Goblerno de Pretoria.
No obstante, creo que la solución del problema, dentro de las coordenadas admitidas por la ONU, debe realizarse en un plazo que no debe exceder uno o dos años, aunque en términos de tiempo no me atrevo a emitir ningún pronóstico.
Dicho esto, si Suráfrica no transige, la situación de guerra getieralizada se prolongará, y el SWAPO, sostenido por Bostwana, Tanzania, Zambia y otros países, responderá con violencia a la violencia. La ONU hará todo lo posible para evitar una solución violenta, pero no está en su mano el impedirla en tanto que Pretoria prosiga con sus planes e instalé un Gobierno no representativo de la población africana de Namibia.
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